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Quinta Sección

 

 

Índice de contenidos

 

16- ¡Diego, que Dios te lo pague! (Osvaldo Soriano).

17- Diego, un héroe global en apuros (o la agonía del último dinosaurio). (Graciela Rodríguez).

18- Las voces del fútbol. Análisis del discurso y cantos de cancha. (Lelia Gándara).

 

 

 

 

16- ¡Diego, que Dios te lo pague!

 

Osvaldo Soriano (Argentina)

Crónica del partido Argentina-Australia, clasificatorio para el Mundial de 1994,
publicada en el diario Página 12, jueves 18/11/93.

 

 

¡Qué ansiedad, Dios mío! ¡Los nervios de punta y un cosquilleo en la planta de los pies!. Un nudo en el estómago. A esta altura la gente se conformaba con el cero a cero, pero por fortuna apareció el bueno de Tobin y la metió en su propio arco al desviar un centro de Batistuta. El primer tiempo, mientras Maradona estaba intacto, pintaba para lujos y goleada; después, con el cansancio llegaron los sofocones tan temidos. Menos mal que Diego se portó como si el que estuviera en la cancha fuera su propio monumento. La llevaba atada, la escondía y la mostraba para embelesar australianos y exigir argentinos. Para que alguien la llevara hacia el arco. El primer tiempo era la fiesta de Maradona y el estremecimiento para los que esperábamos que Batistuta y Balbo se llevaran el mundo por delante. Pero no: los dos delanteros y Ruggeri se perdieron goles de los que no se perdonan ni en un picado. Y después el arquero australiano ya se agrandó y parecía como si Islas, harto de esperar una oportunidad con Basile, hubiera entrado a jugar por Australia.

Estaban mejor parados que allá en Sidney pero pasaba lo de siempre: agujeros negros en la defensa, porque Ruggeri no siempre llegaba y Vázquez se salía de la vaina por irse arriba. Redondo empezó bien en el medio pero después desapareció, se fue al cine o a ver el partido por la tele. Pérez había empezado sin saber dónde pararse porque la inercia lo empujaba a la derecha. Pero cuando Redondo se fue a mirar el partido por la tele, Perico decidió ocupar el medio, todo roto como estaba por los pisotones y los golpes. Entonces Argentina empezó a apretar. Frente al arco Ruggeri cabeceó mal, Balbo demoró más en conectar los pases que le ponía Diego que Encotel en entregar las cartas. Y lo de Diego era eso: cartas de amor ansioso, ecuaciones de genio chiflado. ¡Qué cosas hace todavía con la pelota!. ¡Cómo pesa su presencia ahí donde otros hacen nada más que lo grosero!. A decir verdad hubo un momento en que daba pena que a su alrededor no estuvieran Gimnasia de Jujuy o Douglas Haig de Pergamino para liquidar el partido de una vez por todas.

El gol llegó de carambola, cuando hacía rato que los nuestros merecían el pasaje a Estados Unidos. Se habían perdido todas la oportunidades que creó el viejo coloso de Villa Fiorito. Entonces todo cambió: el equipo retrocedió para atrincherarse. Basile lo puso a Zapata y de a ratos Redondo dejaba el televisor y corría alrededor de los más sudorosos. Entre tanto, lo de Mac Allister tomaba visos de epopeya potreril: pelota que encontraba, pelota que reventaba fuerte y algo: imagen perfecta de un equipo desesperado que luchaba contra sus propios fantasmas. No bien los otros defensores advirtieron que Mac Allister se llevaba la gloria tirando cañonazos al cielo, decidieron imitarlo y ¡pum!, Vázquez, ¡pum! Ruggeri, ¡pum! Simeone. ¡La hora referí!.

Eso no le quita méritos a los muchachos: esta vez al menos sabían que no podían fracasar. El triunfo fue de Maradona, talento y ganas, y de Mac Allister, furia y sudor; aunque hubo soponcios que agitaron la noche de todos los argentinos: esa pelota que cruzó el área, a contrapelo de la tardía llegada de Ruggeri y Chamot, con Goycochea tropezando y Mac Allister que llegó a tiempo y la mandó al cielo de los chambones, pero cielo al fin. La gente esperaba el final. Nadie pensaba ya en la goleada que se insinuó en el primer tiempo. Zapata empezó a poner precisión y llevar calma a los más desordenados. Como Chamot, que ya casi perdió el habla y jugó, como en Sidney, un partido aparte, de quintita bien cuidada.

Hubo de todo. Hasta el referí de Dinamarca sonreía, aliviado, porque si Argentina quedaba fuera de Estados Unidos iba a ser el mundial de los presos. Sobre le final, cuando un pelotazo cruzado lamió el palo de Goycochea, hubo toda clase de desmayos. Pero ya estaba todo dicho y la historia no tendría más sobresaltos: Diego Armando Maradona le devolvió la sonrisa a una Argentina que ya se estaba desconociendo a sí misma.

Saludos y respetos, muchachos, señores del fútbol. Ahora hay que formar un equipo para ir a Estados Unidos.

Bs.As. 1998

 

 

 

 

 

17- Diego, un héroe global en apuros (o la agonía del último dinosaurio).

 

María Graciela Rodríguez (Arg.)
maria@daggs.sicoar.com

 

 

Hace aproximadamente un año y medio me propuse trabajar sobre el eje Diego Maradona (DM de ahora en más) y sobre el hecho de que las opiniones que generaban sus actuaciones excedían lo futbolístico para desbordar hacia tópicos extra-deportivos. Aunque uno pretendiera hacer una síntesis expositiva incontaminada, es imposible hablar de este trabajo sin analizarlo en los contextos en que DM alimenta la investigación. De allí que deba advertir que las hipótesis que guían (o guiaron) el proyecto y que parecían empezar a ser validadas en el momento en que DM volvió al país, tuvieron que ser reformuladas pasados los primeros efectos de su regreso. Voy a explicarlo: mientras DM estuvo afuera del país, todo parecía indicar que, frente a la angustia que supone elaborar comunitariamente la idea de "patria" desde lo político, DM permitía la rediscusión de esta idea convocando a la discusión aquí, en la Argentina, en torno a diversos argumentos sobre lo nacional. Sin embargo, al poco tiempo de su regreso, una parte importante de la carga simbólica se diluyó progresivamente en el escenario de los magros debates públicos locales. El índice estaba allí: la carga que DM llevó sobre sí durante tantos años, coincidía, precisamente con los años que estuvo ausente del país. De ahí que la hipótesis pueda ser formulada en función de las distancias que surgen del símbolo cuando es puesto en relación a lo global o en relación a lo local, esto es, que la carga simbólica asociada a DM en relación a lo nacional se amplifica en el circuito global y se diluye en el contexto local.

Esto no supone, de ningún modo, postular el reduccionismo de que la idea de nación se sostiene únicamente en los hombros de un deportista porque sería hacer recaer en un solo eje el proceso por el cual una comunidad se da a sí misma elaboraciones sobre su identidad. Como tampoco supone desechar las instancias políticas, sociales, culturales en el que este proceso también se sostiene. Quiero decir: el deporte, y específicamente el fútbol, por más que en nuestro país sea un fenómeno de alcance masivo y una formación cultural en la cual se producen re-elaboraciones comunitarias, no alcanzaría por sí solo a dar cuenta de ellas.

Volviendo al tema que nos ocupa, la figura de DM devenido ídolo deportivo nacional, puede seguramente inscribirse en una serie histórica (que podríamos denominar "héroes deportivos globales"), que va desde Fangio a Monzón, pasando por Di Stéfano o por Vilas 1. Sin embargo, la diferencia que interesa resaltar es que por alguna u otra razón, globalizado por las redes televisivas mundiales, DM se convirtió en un eje simbólico alrededor del cual todos pululan por confluir. O pululaban. Justamente, esta utilización del pasado, habla de la reformulación de la hipótesis: luego de su regreso a la Argentina, parece que a DM se lo disputa cada vez menos, que sus negociaciones con el poder son cada vez más criticadas y que sus desplantes deportivos son cada vez menos perdonados.


UN HEROE GLOBAL


Dos características me parecen esenciales para inscribir a DM en la serie "héroes deportivos globales": por un lado, su inclusión en la categoría de héroe deportivo y, por el otro, su ingreso en el circuito de la globalización televisiva. Vamos a la primera.

La construcción simbólica que se hace del héroe deportivo materializa la igualdad formal que sostiene a los estados modernos. En relación a esto Ehrenberg (1992) afirma que en los escenarios deportivos puede construirse la ilusión de igualdad, desde el momento en que hay un punto de partida que homologa a los contendientes. El éxito deportivo es definido básicamente por el mérito 2. Si además estos personajes proceden desde posiciones de desigualdad y no dejan de reivindicar sus repertorios identitarios, estos atributos permiten ejemplificar, ampliados, los principios de igualitarismo y de meritocracia (Gellner, 1993). Esta es una diferencia esencial observada por Vittorio Dini entre los héroes mitológicos y los modernos héroes deportivos: "Cuanto más baja es la condición social y cultural de origen, mayor es su capacidad de ser representativo como héroe" (Dini, 1991: 46). Y mientras que en los inicios del despliegue de los medios de comunicación el igualitarismo era ilustrado en los medios por políticos, científicos o "pensadores ilustres", hoy el repertorio de los personajes ejemplificadores se ha desplazado hacia las estrellas de la industria cultural, los periodistas o los deportistas (Lowenthal, 1961).

Por otro lado, el hecho de haber realizado la mayor parte de su carrera deportiva fuera del país 3, coloca a DM en una situación similar a la que Baczko (1991) describe en relación a la construcción social del símbolo: la combinación de la presencia simbólica con la ausencia física. Y si esta característica no es privativa de DM, sí lo es el hecho de su mundialización massmediática porque a pesar de su ausencia, las redes audiovisuales permitieron seguirlo a través del planeta. La carrera deportiva de DM se globalizó.

Y aquí conviene hacer una pequeña disgresión comparativa para acotar aún más su categorización. Si ampliamos el campo al fenómeno de la circulación global de estos personajes, esta característica se observa también en el caso de los ídolos musicales. De allí que se podría provisoriamente delimitar el campo de los ídolos globales y masivos como conformado por los ídolos del rock y el pop y por los deportivos. Entre unos y otros podrían establecerse varias similitudes. Pero lo que me interesa, para mantener la hipótesis de investigación, es marcar la diferencia esencial entre unos y otros, esto es que mientras la misma restricción propuesta por el mercado de ocultar las marcas "de origen" uniformizando de algún modo a los ídolos musicales globales (más allá de las marcas "de personalidad" que los distinguen), el referente último de los ídolos deportivos es la nación a la que representan. Quiero decir: nada hay en Soda Stéreo que indique "argentinidad", ni en Madonna "norteamericanidad". En tanto que los ídolos deportivos, en especial los futbolistas, ponen en juego a "la camiseta" nacional como mínimo cada cuatro años en los Mundiales de Fútbol (sin contar los eventos regionales).

DM (como Fangio en otros tiempos) "exporta" argentinidad y son las propias hazañas de DM, sobretodo a partir de México 1986, en favor de la camiseta argentina, lo que hizo de DM un símbolo de "argentinidad" cuya carga de identidad circuló en dos direcciones: una excéntrica, es decir, hacia afuera, hacia el mundo y otra concéntrica, hacia adentro, hacia el corazón mismo de nuestro país donde se producían ecos de las ondas expansivas de sus actuaciones individuales. Porque, además, tal como sugiere Archetti (1994), DM no es un exponente de algún estilo histórico nacional sino un punto de ruptura, una azarosa aleatoriedad. Y cito a Archetti: "El problema, desde el punto de vista argentino, es no sólo que los héroes son universalizados en un contexto donde el fútbol pertenece a una especie de 'cultura global del mundo', sino que son percibidos como 'accidentes históricos', como 'productos de una arbitraria naturaleza'". DM es único, no parece estar asociado a un 'estilo nacional' y él también lo entiende de este modo: "Dios juega conmigo".


LA RE-NEGOCIACION DE SIGNIFICADOS COMUNITARIOS

 

Llegado a este punto es útil comenzar por los soportes en que DM es puesto en escena porque allí se observa un primer deslizamiento operativo: las apariciones de DM lo convierten en un sujeto difícilmente clasificable. En verdad los medios no saben bien dónde ubicarlo porque su actuación permite moverlo con soltura entre distintas secciones periodísticas: de la primera plana al suplemento deportivo pasando por "policiales", haciendo un alto en "interior" para terminar, ¿por qué no?, en "espectáculos" 4. A los efectos metodológicos ha sido útil pensar la categoría de "caso" tal como lo caracterizan Ford y Longo (1995) aunque más como puntos de quiebre en la trama biográfica de los protagonistas que como casos cerrados en sí mismos 5. A pesar de que estos casos, como señala Aníbal Ford (1994), no suplen al debate público, sí actúan como disparadores de otras temáticas que requieren de modalidades más argumentativas de discusión. Es decir que, aunque son relativamente cerrados inducen al debate sobre series mayores de distintas procedencias que se articulan a través de procesos cognitivos no lineales ni secuenciales.

Durante su etapa global, la irrupción de sus apariciones adoptaron, en ocasiones, la forma de "casos" alrededor de los cuales circularon discursos y argumentaciones de discusión. El estudio del establecimiento de "casos" en los medios realizado por Aníbal Ford y sus colaboradores han señalado las estrategias de espectacularización por las cuales se narrativizan estas noticias 6. Es interesante señalar el sentido que le atribuye Bruner a la narración en tanto modalidad legítima para interpretar socialmente lo excepcional que se desmadra de lo corriente (Bruner, 1991) 7. En el marco de esta estructura casuística construida en torno a los hechos protagonizados por DM, los mismos funcionaron en ocasiones como disparadores de discusiones que pusieron en escena argumentaciones y tópicos que muchas veces aparecían directa u oblicuamente relacionados con lo nacional. Es sobre estos tópicos que me interesa profundizar porque se enlazan con la hipótesis de la carga simbólica que soportó DM cuando circulaba globalmente en contraposición a su disolución como símbolo desde el momento en que fue re-situado en el contexto doméstico (es decir, desde hace un año aproximadamente).

No quiero decir con esto que aquellos debates reemplazaran las discusiones sobre lo nacional pero sí que se dieron en forma simultánea y acaso azarosa con la circulación de otros discursos sobre lo nacional generados a partir de las actuaciones de DM 8. Por el lado de la producción, la aleatoriedad y repentización de las declaraciones de DM no favorece el seguimiento puntual de los procesos interpretativos 9. Y este carácter errático de las actuaciones del protagonista en cuestión, dificulta no sólo clasificar y jerarquizar los tópicos y/o los argumentos que generaran sus actuaciones, sino también prever los momentos en que de ellos se derivan prácticas comunicacionales en la comunidad. Porque lo cierto es que estos debates no se dieron linealmente, en forma de posiciones enfrentadas ni en discusiones canonizadas sino que fueron encuentros aleatorios y conflictivos tanto de argumentaciones cuanto de modalidades en cuanto a las interpretaciones de lo "patriótico". Sin embargo, estos discursos expusieron generosamente en la escena pública contradicciones y disputas pre-existentes, tanto en cuanto a nuestro repertorio de bienes culturales como a las modalidades en que éste se actualiza, se legitima y se hace transmisible.

La pregunta es, ¿qué tiene (tenía) DM para que sea disputado como rehén simbólico de tantas y tan variadas interpretaciones? En la etapa en que DM se consolidó como héroe deportivo global, se dieron las tres condiciones que señala Baczko (1991) por las cuales un individuo se convierte en símbolo: a) un contexto afectivo, b) un hecho convertible en objeto de un discurso y c) actores que le den significación. Es decir, un individuo sostenido por fuerzas colectivas que de algún modo lo superan. Las más gloriosas hazaña de nuestra historia futbolística se convirtieron en un objeto al que los actores le atribuyeron significación y la afectividad puesta en juego en los escenarios de esas hazañas (Mundiales de Fútbol), permitió la operación por la cual DM fuera colocado como un organizador de las energías colectivas disponibles para elaborar esperanzas y sueños. La relación espectacular completaba el vínculo emocional: de este lado del medio, el receptor entregado confiadamente a la contemplación; del otro, el cuerpo vital de Diego Maradona exhibiendo su destreza en el estado más puro, más "salvaje".

De allí que sobre él se ejerciera esa disputa por el símbolo que pudo apreciarse en forma magnífica apenas regresó al país por la cantidad de discursos que lo ponían como eje: el "Perro" Santillán que lo enfrentó desde el eje clasista llamándolo "gordito desclasado"; artículos periodísticos que lo vieron como redentor de un peronismo de cuya decadencia DM puede salvarnos; peligrosos saltos de sentido que intentaban colocarlo como relevo simbólico de nacionalismos frustrados por la fuerza de las Malvinas. Discursos que, aún fragmentaria y/o aleatoriamente, parecerían estar preguntándose por el lugar desde donde atribuir algún sentido a la patria: ¿desde el enfrentamiento de la clase obrera contra la vieja "patronal"? ¿Desde un manotón de ahogado para recuperar la "esencialidad" de un movimiento político de masas popular? ¿O desde la inútil reconversión de un sentimiento patriótico congelado en los fríos mares del sur?

Buenos Aires. Dic. 1996

 

 

 

 

18- Las voces del fútbol. Análisis del discurso y cantos de cancha.

 

Lelia Gándara (Argentina)
lgandara@sif.com.ar

Lic. en Lingüistica (UBA)


Trabajo presentado en el IIº Encuentro de Deporte y Ciencias Sociales Facultad de Filosofía y Letras - UBA
Organizado por el Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte - 6 de noviembre de 1999

 

 

Introducción


El canto de cancha es un género discursivo asociado a una esfera de la praxis, el fútbol, particularmente significativa en nuestro país, cuyo peso social se puede apreciar en la importancia del rito de los partidos del domingo. En su artículo "Las marcas de la pasión", Carlos Battilana dice que "(...) el fútbol supone mucho más que una recreación o un simple esparcimiento; lo que se manifiesta a partir de él se encuentra vinculado a prácticas sociales y a situaciones que movilizan sentimientos profundos entre los sujetos que participan". En nuestro país en torno al fútbol se configura una parte importante de la identidad. Ya desde muy temprana edad, los chicos se enfrentan a la pregunta "¿de qué cuadro sos?". La pertenencia se estructura fuertemente en la típica respuesta: "Soy de Boca", "Soy de River", etc.

El hábito de elaborar cantos para las tribunas es una práctica instalada entre los hinchas de los diferentes clubes y no hay partido en el que no se coree algún cantito. Si bien el aliento al propio equipo con consignas y gritos es algo común a muchos países del mundo, en el caso de Argentina es notoria la complejización de estos cantos de estadio que incorporan diversas músicas, construyen canciones de varias estrofas, y se corean masivamente.

Esta costumbre nació tímidamente en las primeras décadas del siglo, con cantos de aliento muy simples, y con el correr del tiempo se fue afianzando, los cantos se hicieron más complejos, más largos, más demostrativos de sentimientos de amor, de odio, de tristeza y de alegría, fueron apareciendo alusiones a la actualidad política, a temas sociales, y fue tomando cuerpo una expresión ideológica del fútbol que tiene sus propios códigos y que emerge en este tipo discursivo particular que son los cantos de cancha.

En los últimos 20 años, los cantos de estadio han ido cargándose notoriamente de amenazas, insultos, violencia e intolerancia. En este sentido, existe una diferencia considerable con los cantos anteriores a los años 70, que eran menos agresivos, tendían mas al festejo y al aliento al propio equipo.

Este trabajo ha sido realizado en base a un corpus de 150 cantos de hinchadas, correspondientes en su mayor parte a las últimas dos décadas y a partidos entre clubes locales. El objetivo que me he planteado es intentar un abordaje de este emergente con las herramientas del análisis del discurso y la pragmática. Este es, evidentemente, sólo uno de los abordajes posibles.

En tanto género discursivo el canto de cancha tiene la particularidad de ser una modalidad de discurso colectivo. Producidos y reproducidos desde el anonimato de la hinchada, del grupo, los cantos de cancha dejan traslucir una voz supraindividual que se manifiesta con características de coherencia y cohesión, con elementos que se repiten y homogeneizan la construcción discursiva, aun cuando sean producidos por diferentes hinchadas. Teniendo en cuenta la masividad de esta forma de expresión, nos interesa ver qué dice esa voz que se erige en voz colectiva, qué tipo de visión del mundo asoma en los cantos de hinchadas.

Por otra parte, desde el punto de vista de los objetos de estudio que tradicionalmente ha abordado el análisis del discurso, este trabajo presenta una particularidad. Por lo general, los objetos de estudio privilegiados por los analistas del discurso han sido tipos más estructurados como el discurso político o parlamentario, el discurso de la prensa, el discurso literario, el discurso de la publicidad, el discurso histórico. El estudio de los cantos de la hinchada de fútbol pone en la mira un tipo discursivo que si bien parte también de un trabajo de elaboración, está más cerca de una modalidad de expresión espontánea e inmediata, más popular en su forma y contenido, y por lo tanto permite tomarle el pulso al imaginario social desde ese ángulo.

Finalmente cabe destacar que se trata de una forma de expresión oral, en la que además existe una preocupación por la musicalidad y la rima que altera las formas típicas del habla común.

El análisis del discurso es una corriente relativamente nueva que parte de la lingüística aplicada y la pragmática, e intenta vincular los enunciados a sus condiciones socio-históricas de producción. Como práctica teórica tiene por lo tanto la peculiaridad de situarse en un terreno necesariamente interdisciplinario, ya que por definición se ocupa de una praxis discursiva ubicada en contextos determinados y condiciones sociales concretas.

La noción de "formación discursiva" de Foucault (Foucault: 1969) permite entender los discursos como inscriptos dentro de una serie de relaciones entre instituciones, procesos económicos y sociales, formas de comportamiento, sistemas de normas, formas de clasificación, etc. Dicho en otros términos, la formación discursiva puede ser considerada como lo que puede o debe ser dicho en determinada posición y en una situación dada. Michel Pêcheux, desde una posición algo diferente, entiende el discurso como una producción de sentido relacionada a una formación ideológica correspondiente a una coyuntura y una formación social determinadas.

Retomando estas ideas, diremos que las características de las prácticas discursivas relacionadas al fútbol van a reflejar no sólo los avatares del deporte sino también ciertas características de la sociedad en la que se producen.

D. Maingueneau (1987) sostiene que en el discurso hay una deixis fundacional, que marca el reflejo a nivel textual de las condiciones de producción de ese discurso. De tal modo que desde el plano discursivo se pueden estudiar las escenas sociales que subyacen y el imaginario que las sustenta. El análisis del discurso permite, de esta manera, restituir la escenografía de una formación discursiva.
La formación discursiva confiere una "corporalidad" simbólica a la figura del enunciador y correlativamente a la del coenunciador. Les da cuerpo textualmente. Siguiendo esta idea, en este trabajo analizamos cómo se construye en los cantos de estadio la imagen respectiva del propio equipo y del equipo contrario.

Por último, este estudio nos lleva a una reflexión sobre el fenómeno de la identificación de un sujeto a una formación discursiva y la relación formación discursiva - comunidad discursiva. A través de la adhesión al "canto" se produce algún grado de "incorporación" de los sujetos a esquemas que definen, a nivel simbólico, una forma específica de habitar el mundo. Es en base a esto que ciertos enunciados pueden llegar a movilizar fuerzas e investir redes sociales.

Los niveles de análisis que abordamos son el estudio de las marcas de la enunciación, el nivel semántico, las condiciones de producción del discurso y la polifonía enunciativa y algunos indicadores de la interacción comunicativa y la intertextualidad.

 

1. Las marcas de la enunciación


Comenzaremos por el estudio de las marcas del enunciador y del destinatario. En términos globales podemos definir 2 tipos de cantos: los que contienen marcas de persona (primera y segunda persona) y los que no.

En nuestro corpus predominan los que presentan marcas de 1º y 2º persona, en relación de sujeto / objeto, con fuerza ilocutoria de expresión de amor-aliento, o amenaza-insulto, según se trate del propio equipo o del contrario.

Los estribillos destinados al mismo bando llaman por lo general al festejo anticipado o a la violencia. En el caso de los destinados al bando contrario hay un interlocutor privilegiado, que es el enemigo histórico que tiene cada equipo, al que siempre se le dedica algún canto, independientemente de que esté presente o no en ese momento en la cancha.

Hay también algunos relatos que podríamos llamar "épicos", de enfrentamientos entre hinchadas realizados muchas veces en primera persona. (ver al final en "Ejemplos" el Nº 17).

El uso de la primera persona es el más frecuente en los cantos. Hay una cantidad similar de cantos que tienen sólo marcas de 1ra persona del singular o sólo marcas de 1ra del plural. Predominan los que contienen ambos tipos de marcas combinadas. La frecuencia del uso de la primera persona del singular no deja de ser curiosa, teniendo en cuenta que se trata de una situación de enunciación colectiva.

En cuanto a su distribución en relación al tipo de contexto en que aparecen, observamos que el uso de la primera persona del singular está asociado con la expresión del sentimiento y de la fidelidad al equipo. Esta es una estrategia discursiva que compromete al enunciador individual a nivel de la identidad y la pertenencia. Desde esta primera persona del singular se construye sólidamente la identidad haciendo hincapié en su carácter perdurable (Ver en "Ejemplos", el Nº 4: "Yo soy del cuervo desde que estaba en la cuna (…)").y la pertenencia resaltando el carácter incondicional de la misma ("Ejemplos", Nº 54, "ganes o pierdas te sigo igual").

En cambio, el uso de la 1º persona del plural está asociado al aliento al propio equipo y la amenaza al contrario. En este caso, la estrategia de enunciación en 1a. del plural refuerza el aspecto numérico frente al otro, factor que coadyuva a la intimidación. Es decir que al elegir realizar el acto enunciativo de la amenaza desde el "nosotros", se está reforzando el acto ilocutorio mediante la selección (inconsciente, pero no por eso ingenua) de la persona gramatical.

Respecto a las marcas de 2º persona en posición de objeto, es notorio el uso predominante de la 2a persona del singular. Esto puede explicarse por el hecho de que en la variante del castellano que se habla en Argentina, como en muchos otros países, la segunda persona del plural (ustedes) tiene las mismas marcas para el verbo que la 3ra del plural. La construcción resulta imprecisa. Comparemos por ejemplo:


· yo te quiero ver campeón (a vos)

· yo los quiero ver campeones (¿a ustedes o a ellos?)

En el primer caso el enunciatario en 2da persona es evidente. En el segundo es isomorfo respecto a la tercera persona, y por lo tanto el referente del pronombre "los" es ambiguo. Puede objetarse que la frase se desambigua en la escucha, pero en el corpus encontramos que se prefiere la construcción en 2ª. del singular y nuestra hipótesis es que la causa puede encontrarse en la ambigüedad que acabamos de señalar.

Sobre el total de cantos con marcas de segunda persona, sólo en un 10 % se usa la segunda persona del plural y en el 90 % restante la segunda del singular. La segunda persona se refiere a veces al propio equipo, a veces al equipo contrario y otras veces a algún individuo en particular identificado con uno de ambos (el arquero, el árbitro, algún personaje famoso de la hinchada, etc.).

En los casos en que la 2º persona remite al equipo contrario, hay dos fuerzas ilocutorias predominantes cuya temática se analiza más adelante: por un lado los insultos y burlas, y por otro las amenazas.

Cuando el enunciatario correspondiente a la 2º persona pertenece al mismo equipo, el tipo de acto de habla tiene que ver con el afecto (algunos cantos son verdaderas declaraciones de amor) el aliento, el pedido a los jugadores de que pongan fuerza y coraje, y el llamado a la fiesta.

El segundo tipo de cantos es el que no presenta marcas de primera ni segunda persona. Son menos frecuentes. La 3º persona, que Benveniste llamaba la no-persona, aparece en dos tipos de cantos: los de contenido narrativo y los de contenido descriptivo. Los primeros son relatos "épicos", sobre sucesos ocurridos en partidos anteriores. Los segundos, los descriptivos, tienen por objeto poner en relieve al propio equipo y rebajar al contrario (por ejemplo, los cantos especialmente denigrantes contra Boca en relación a la composición más popular de sus simpatizantes) (ver en "Ejemplos" el Nº 11).

 

2. Nivel semántico: redes semánticas, temas predominantes y recurrentes


A partir del análisis semántico de los diferentes tópicos se puede deducir la construcción de la imagen del propio equipo y del equipo contrario. Se analizaron las redes semánticas de los insultos, las burlas, las amenazas, el autoelogio, la victoria, los apelativos aplicados a los clubes, y la expresión de los sentimientos y los afectos. El estudio a nivel semántico se basa en el relevamiento de redes significantes, la determinación de los significados a partir de las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas, el estudio de las oposiciones y equivalencias.


a) análisis semántico de los insultos y las burlas:


Predominan los insultos de índole sexual: la feminización o prostitución del adversario, la atribución de un rol sexual pasivo, la homosexualidad como insulto. (Ver "Ejemplos", Nº 7: "son todos putos", y el Nº 115).

Hay una amplia gama de insultos relacionados con la identidad social y el lugar o el rol dentro de la esfera social, tales como la atribución de un trabajo considerado denigrante ("Ejemplos", Nº 15), de una posición socioeconómica marginal (ver "Ejemplos", Nº 52), la nacionalidad ("son de Bolivia y Paraguay", "Ejemplos", Nº 13), la raza ("negros", "Ejemplos", Nº 13), la pobreza, la suciedad, el olor, una relación asimétrica o de sometimiento (de padres/hijos, "Ejemplos", Nº 24). La acusación de complicidad con la policía, el enemigo común de todas las hinchadas, es otro insulto recurrente ("Ejemplos", Nº 7).

Otros insultos están relacionados a ciertas características subjetivas: por ejemplo es especialmente frecuente el calificativo de "amargo", que se opone a la capacidad de festejo, a la vitalidad y al "aguante" (entendido como persistencia y fidelidad al equipo). ("Ejemplos", Nº 75) La cobardía ("cagón", "Ejemplos", Nº 69) es otro leit-motif.


b) análisis semántico de las amenazas:


Las amenazas se relacionan con :

- la agresión a las personas: en muchos casos es de índole sexual (explícita o implícita, "Ejemplos", Nº 27), amenaza de muerte ("Ejemplos", Nº 87), y otras de diverso tipo (correr al contrario, etc.).

- las agresiones al espacio físico (al barrio, al estadio): con verbos como robar, romper, quemar o prender fuego ("Ejemplos", Nº 106).

- la negación de la existencia del contrario o de su capacidad ("vos no existís", "Ejemplos", Nº 70).


c) análisis semántico del autoelogio:


El autoelogio se basa en :- la profundidad del sentimiento, el compromiso y la fidelidad.( "Ejemplos", Nº 54 y 81: "lo sigue a Boca y no pide nada")

- la superioridad (numérica, en valor o en saber hacer), la capacidad de someter sexualmente al contrario ("Ejemplos", Nº 27), el machismo.

- la capacidad para ejercer la violencia ("Ejemplos", Nº 106)

- el "aguante" (la constancia y el sostén al equipo aún en las malas), seguir al equipo a todas partes.

- la gente, los que siguen al equipo ("Ejemplos", Nº 70)


d) análisis semántico de la victoria:

La victoria aparece en los cantos asociada al festejo, en particular aparece un elogio del descontrol, del vino, y la droga ("cocaína", "Ejemplos", Nº 69). También está asociada a la vuelta olímpica como hecho triunfal, a los bombos como forma de proclamar el triunfo.

Las acciones de la hinchada en relación a la victoria son: tomar vino, fumar porro/ usar cocaína, dar la vuelta, festejar, estar loco, saltar, cantar.


e) análisis semántico de los apelativos de las hinchadas:


Los apelativos aplicados a las diferentes "hinchadas" están relacionados con diversos aspectos, y en muchos casos resultan de un trabajo metafórico (ej.: lobo, gallinas) o metonímico (ej.: "rojo", el color de la camiseta, "quemeros", por la proximidad de la "quema"). Muchos son nombres de animales (cuervo, lobo, gallinas, calamar, bichos colorados, león); otros remiten a la identidad en relación a lo barrial o a una supuesta actividad laboral (bostero, quemero, tripero, sabaleros, pincharratas, basureros), o a la extracción social de la hinchada (academia, millonarios, xeneizes (= genovés)); a determinados sucesos o hechos propagandísticos de los clubes (leprosos, canallas, matadores, mens-sana, el fortín), o bien a objetos, colores o fenómenos de diversa índole (ciclón, globo, taladro, diablos rojos, el rojo, los granates). Muchos de estos apelativos surgen como insultos pero luego son asumidos o reivindicados por el mismo equipo destinatario del insulto. (Ej.: "bosteros")


f) análisis semántico de la expresión de los sentimientos, lo afectivo:


En el artículo "Las marcas de la pasión", Battilana analiza la expresión de los sentimientos en el fútbol como "un cierto estado de ingenuidad, incluso de indefensión social". Dice que:

"Resulta paradójico, por los elementos negativos con que es considerado desde cierta intelectualidad, pero el fútbol, en tanto espacio de costumbres y saberes ritualizados, resulta una práctica pública donde se despliegan y verbalizan abiertamente los "sentimientos", y que se objetivan en el equipo, el cuadro, los colores; a su vez, en la devoción colectiva se declaran las marcas de la pasión."

Si bien no queda demasiado claro por qué Battilana asocia la expresión de los sentimientos con la ingenuidad o la indefensión, lo cierto es que hay todo un trabajo simbólico en los cantos de cancha, en torno a lo pasional.

La expresión de la afectividad es muy intensa en los cantos de estadio. Los valores asociados a un alto contenido afectivo son la camiseta, los colores del equipo, la gente, el estadio. Hay una gran cantidad de referencias al corazón, la vida (nacer, morir, dar la vida), la sangre. El sentimiento que se experimenta por el equipo se califica de "inexplicable" ("Ejemplos", Nº 54), "imparable", "descontrolado". Hay una frecuencia considerable de las nociones de querer, amar, enamorarse. ("Ejemplos", Nº 68 y 81).

Si bien no hemos podido realizar un trabajo comparativo sistemático con corpus de cantos de épocas anteriores, es posible que la expresión del sentimiento en estos términos sea relativamente nueva, y tal vez esté vinculada a una legitimación creciente de la expresión de los sentimientos por parte del hombre en nuestra sociedad.

 

g) análisis semántico de los verbos:


Encontramos una profusión del verbo ser en construcciones de identidad/pertenencia ("ser de..."). Hay construcciones verbales de solicitación como "tenés que ganar", "tenés que dejar la vida", "tenemos que dar la vuelta", verbos de movimiento (saltar, correr). En lo que hace a los tiempos verbales predomina el presente genérico y las perífrasis de futuro, aunque en los casos de cantos "épicos" aparecen las formas del pasado.

El estudio de las redes semánticas permite verificar a nivel discursivo la emergencia de ciertas visiones del mundo y orientaciones valorativas. Es evidente la recurrencia de algunos tópicos, como por ejemplo lo que tiene que ver con la sexualidad, la exaltación de la masculinidad y la amenaza de agresión sexual al oponente. Algunos autores que se han ocupado del fenómeno del fútbol, como Suarez-Orozco, han analizado el aspecto psicoanalítico de esta temática, señalando la búsqueda de la afirmación de la masculinidad por mecanismos de inversión proyectiva, la emergencia de fantasías sádicas e incluso de la duda sobre la propia masculinidad (Suarez-Orozco, 1982). Para Battilana, burlarse de los demás ante la observación masiva "resulta una de las posibilidades no escritas del juego cuyo efecto es cierta fugaz vanagloria, la necesidad de exhibir la autoestima, la reafirmación de una escala".

Desde un ángulo más sociológico, E. Archetti señala la construcción de un campo metafórico y ritual donde la verbalización afirma una identidad de género, por un lado, con la alusión concreta a lo sexual, y por el otro con una alusión al poder, la fuerza, la omnipotencia, la violencia (Archetti, 1985a y 1985b).

Esta reafirmación de la propia identidad se estructura además socavando la identidad del otro a través de la descalificación y la humillación. La descalificación del contrario consiste en negarle su sexualidad, su adultez o su autonomía ("Ejemplos", Nº 24), su valor y hasta su propia existencia. (Oposiciones padre/hijo - macho / homosexual - "no existís").

También podemos desprender del análisis semántico la construcción de fronteras simbólicas basadas en estereotipos que recortan por un lado la "normalidad", atribuida al propio equipo y en el terreno opuesto la "marginalidad" atribuida al equipo contrario: carácter supuestamente "anómalo" del extranjero proveniente de un país pobre, del homosexual, de los trabajos o roles socialmente devaluados o denostados, del discriminado por su raza, del sometido a una supuesta condición de inferioridad (feminización o infantilización, etc.). En las representaciones sociales, estos rasgos percibidos como devaluados o denigrantes son generadores de anomia y crisis de identidad.

En otras palabras, esta es una forma de ejercer el poder a nivel simbólico. Delinear fronteras de pertenencia e identidad, expulsando a los que se apartan de la "norma", lo cual no hace más que reproducir un patrón ideológico dominante en nuestra sociedad. Aquello que el análisis del discurso puede ayudar a revelar es la constitución discursiva de esas fronteras, mostrando los estereotipos en los que se funda la afirmación identitaria. En este sentido, algunos autores han señalado desde el campo de la psicología social que el estereotipo funciona como marcador de la alteridad frente a la cual se erige la cohesión de un grupo social.

En una ponencia de 1992, analicé el papel de la significación como trabajo de transformación simbólica de la realidad. Creo que este es un ejemplo de cómo el trabajo sígnico opera generando o reproduciendo determinadas percepciones de lo real.

Más allá de que los intentos de producir la crisis identitaria en el otro tengan éxito o no, en esta práctica discursiva de masas se demarcan concepciones que sin lugar a dudas trascienden el espacio de las tribunas y el evento deportivo.

 

3. Condiciones de producción del discurso y polifonía enunciativa


Los emergentes de la voz colectiva de las tribunas se vinculan con contenidos ideológicos que están presentes en nuestra sociedad como el racismo, el machismo, la xenofobia, la insolidaridad, el sadismo, el culto al poder. Estas posturas que en otros ámbitos no podrían expresarse sin enfrentar la crítica y el repudio, encuentran en los cantos de cancha alguna forma de legitimación que les permite salir a superficie.

¿Qué es lo que autoriza o desbloquea la emergencia de contenidos que el emisor no avala conscientemente y que jamás expresaría en otro contexto? En ciertos contextos de producción discursiva, el enunciador deja de hacerse cargo de sus palabras. Así como existe una convención social relativa al humor, por la cual aquello que se manifiesta con la intención de "hacer reír" no debe ser asumido al pie de la letra (aunque a esta altura el psicoanálisis se encargó de demostrar que el humor es cosa seria), en las producciones discursivas colectivas de la hinchada se asume que es "nada más que un canto".

Hay básicamente dos cuestiones que pueden explicar esta distancia entre el sujeto y su enunciado: una tiene que ver con la dilución del enunciador individual en una enunciación colectiva de la que la primera persona no se hace cargo estrictamente, determinando una situación en la que los mecanismos de control son más laxos. La pluralidad aparece como "desinhibitoria" y "autoriza" a decir cualquier cosa. Es frecuente oír decir "yo no soy racista", "yo no soy xenófobo" a alguien que sin embargo no tiene empacho en corear un canto que se refiere a la hinchada del equipo contrario con palabras tales como "son todos negros putos de Bolivia y Paraguay".

La segunda es la carga situacional, es decir el contexto de producción discursiva: una situación que se define como una guerra pasional entre dos bandos, donde "todo vale", porque estaría justificado por lo pasional, y donde a nivel verbal pero a veces también en enfrentamientos concretos con heridos y a veces muertos, se descargan pulsiones de destrucción y violencia.

Como ya señalamos anteriormente, el hecho de que aquí no se trata de un enunciador individual, ni de un yo pragmático con referencialidad nítida, es uno de los fenómenos más interesantes a nivel de la enunciación. Este es uno de los niveles más opacos de la acción del sujeto. El yo que canta por encima de la voz individual es difícil de situar: ¿podemos decir que es el que elaboró el canto? Hay que tener en cuenta que en general los cantos son producto de una elaboración grupal: se juntan varias personas y van armando una idea sobre determinada música. El producto de esa elaboración puede llegar a ser cantado por miles de personas en el estadio, y ahí se va a ver este clivaje tan particular, por el cual el sujeto es a la vez ajeno y responsable del sentido del enunciado.

El análisis polifónico de los enunciados que plantea Oswald Ducrot, permite situar algunas de las voces que aparecen en este tipo discursivo.

Ducrot (1984) propone distinguir un locutor, que sería el que aparece señalado como responsable del decir en el discurso mismo, y que en nuestro caso es el miembro de la hinchada o la hinchada misma como entidad colectiva de enunciación. En algunos cantos este rol lo cumple una primera persona "investida" (es decir recubierta formalmente por la tercera: "tu gente", "la 12", "esta barra loca", etc con el valor de un "nosotros").

Luego está el sujeto hablante, emisor efectivo del discurso, que es el que efectivamente lo canta, para el caso casi todos los que están en la tribuna.

Y finalmente habría un enunciador, que según Ducrot es el responsable del punto de vista. El enunciador así definido surge cuando el sujeto hablante pone en escena posiciones distintas de las propias. A mi entender lo que debe ubicarse aquí, teniendo en cuenta la coherencia global de las formas y contenidos, no es el productor casual de cada canto, sino las voces sociales, que responden a lo que anteriormente señalábamos como la formación discursiva, aquella que determina lo que "puede o debe" ser dicho en una situación específica, en un marco social e históricamente dado.

Obviamente este es un análisis global, que en cada canto particular tendría sin lugar a dudas variables múltiples1 .

 

4. La interacción comunicativa y los sonidos del silencio

Los cantos de cancha a veces son himnos que se relacionan con el evento global del partido, otras veces son un reflejo de diversas situaciones contextuales (el momento en que los jugadores entran a la cancha, cuando se gana el partido, cuando se pierde, etc.) o de lo que sucede en determinado momento de un partido determinado; y en otros casos tienen que ver con verdaderas situaciones dialógicas entre las hinchadas de equipos contrarios que se provocan, se contestan, compiten en ingeniosidad o en agresividad, etc.

Incluso el silencio de la hinchada tiene un significado concreto: es visto como señal de derrota o de desmoralización y por lo tanto desencadena la burla. Así, un cantito que se burla de la inmovilidad y el silencio de la hinchada contraria dice:

Ay, ay ... ay
con esa hinchada se parece a una postal.
(ver también ejemplo Nº 9)

 

5. La Intertextualidad


Una de las marcas de la intertextualidad se encuentra en la música. Las melodías son tomadas de marchas políticas (típicamente la marcha del partido peronista y la del partido radical), jingles publicitarios, canciones de moda pegadizas, jingles políticos y de campañas diversas, programas de televisión, etc. Pero hay también algunas melodías que se identifican como "originales de la cancha", es decir que aparentemente surgieron en ese contexto.

La música puede ser tomada de los más diversos géneros: desde el tango hasta el rock. En particular el rock ha ido adquiriendo una presencia creciente en las tribunas no sólo desde lo musical sino también desde la reivindicación de cierta cosmovisión en común (la reivindicación de la rebeldía, el sentimiento de marginalidad, el odio a la policía, la reivindicación de la droga, etc.).

En las letras aparecen elementos que tienen que ver con contextos sociales más amplios, es decir no sólo con lo que sucede en el estadio, sino con sucesos de actualidad que pueden estar relacionados al fútbol o no.

Por otra parte, es interesante señalar que los cantos que se corean en marchas y manifestaciones políticas presentan una gran similitud o paralelismo con los cantos de cancha. Todo parecería indicar que muchos cantos de cancha pasan, modificando su contenido, a las consignas de los grupos políticos.

Otro nivel de análisis del evento futbolístico, de tipo más semiológico, debería considerar la iconografía, el uso de banderas, carteles con consignas, además de los aspectos proxémicos de este tipo de concentraciones masivas.

 

Conclusiones


El análisis del discurso es una herramienta que permite abordar cualquier ámbito en el que exista una práctica discursiva involucrada.

Sin caer en conclusiones mecanicistas en cuanto a la vinculación entre los discursos que circulan en una sociedad y el análisis de esa sociedad, las formaciones discursivas propias de un entorno social y un momento determinado aportan una serie de datos no despreciables que permiten sondear las visiones del mundo y las valoraciones que atraviesan el imaginario colectivo. Estas se manifiestan en forma particularmente descarnada en el semianonimato que se asocia a las manifestaciones masivas. Este tipo de análisis puede ayudar a ratificar o rectificar las conclusiones que surgen de la observación sociológica, antropológica o psicológica a partir de otros métodos de análisis.

Desde este punto de vista, el análisis de los cantos de las tribunas nos está mostrando algunas de las configuraciones ideológicas que circulan en la sociedad argentina. Pensándolo en estos términos, es bastante alarmante constatar que en el contenido de estos cantos priman la violencia, la intolerancia, el machismo, la omnipotencia.

En su libro "Le Langage meurtrier" J. P. Faye (1996) se pregunta cómo el lenguaje de los discursos de nazis y fascistas llegó a volverse "aceptable" para la nación alemana. Según Faye la política construye su propio espacio a través de las narraciones que hace de los acontecimientos. Sin pretender comparar situaciones que no son equiparables, cabe sin embargo señalar esta "aceptabilidad" que adquieren en la cancha ciertos discursos como los que analizamos en este trabajo.

Está lejos de mi intención sostener que exista una adhesión mayoritaria de la sociedad argentina a las ideologías que emergen en estas guerras verbales entre "barras" de fútbol. Muchos de los que cantan estos cantos dicen adherir al significado pragmático global y no al específico literal. Pero no hay que olvidar que el trabajo simbólico que sustenta a estos cantos es a la vez producto y generador de una modelización determinada de la realidad. Y estas no son voces aisladas sino de decenas de miles de personas cada domingo. Tal vez por eso sea importante oírlas y tenerlas en cuenta como emergentes de una realidad social.

Por lo demás, es evidente que aún hay mucho camino por recorrer en la conceptualización de los fenómenos comunicacionales de masas desde el análisis del discurso y la producción de significados. Pero también es evidente que día a día las herramientas de la pragmática y la lingüística muestran la necesidad de su aplicación para enriquecer mediante un enfoque interdisciplinario la investigación en las ciencias sociales.

 

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Ejemplos de cantos de "hinchadas":


(fragmentos)


4) (Referente : Hinchada de San Lorenzo)
Yo soy del cuervo desde que estaba en la cuna
a San Lorenzo cada vez lo quiero más (...)


7) (Música de "Sobreviviendo" de Víctor Heredia)
Dicen que los de Boca tienen aguante
pero son todos putos y vigilantes.
Oh! San Lorenzo !


9) (Ref.: de una hinchada a la otra cuando no cantan)
No se escucha, no se escucha
sos amargo, quemero hijo de puta.
(Nota: El estadio de Huracán está en lo que era la Quema de basura de Amancio Alcorta. De ahí que se les atribuya la recolección de basura y el apelativo de "quemeros")


11) (Música de "Carnavalito")
Llegando a Constitución
hay un negro con grabador
se peina como Gardel
que mierda podía ser
Es un hincha de Boca
que esta esperando el último tren.


13) Son la mitad más uno
son de Bolivia y Paraguay
yo siempre me pregunto
che negro sucio si te bañás

 

 

 

 

 

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