
El fútbol
y los futbolistas en el Chile de 1973
Jorge
Iturriaga (Historiador)
kokanov@hotmail.com
Este artículo es una versión corta de nuestro trabajo "Proletas,
limpios, cobardes y burgueses. El fútbol en 1973". En: Claudio
Rolle (coordinador), "1973 Vida cotidiana de un año crucial".
Editorial Planeta, Santiago 2003
"Los futbolistas también observan... A veces
tengo la impresión que sienten lo que sucede a su alrededor"
Dante Pesce, técnico de Lota Schwager, enero 1973.
El fútbol es enorme, se niega a ser reducido en cuatro o cinco palabras.
Durante octubre de 1973 el ex futbolista y seleccionado nacional chileno Hugo
Lepe estuvo detenido en el campo de concentración del Estadio Nacional,
en Santiago. Menos de un mes después de liberado, MENOS DE UN MES DESPUÉS
DE LIBERADO, volvió a los túneles y tribunas de su ex centro
de tortura, a ver el partido entre la Selección de Chile y el Santos
de Brasil, organizado para celebrar la clasificación de la "roja"
al Mundial de Alemania 1974. ¿Cómo aprehender eso con palabras?1
Cuando se analiza el fútbol profesional chileno de 1973, la tentación
es evidente: buscar relaciones entre el fútbol y la política.
Estamos hablando de un período en la historia contemporánea
de Chile donde incluso podríamos decir que la política superaba
al fútbol en tanto medio de participación popular.
Imaginábamos encontrar rastros de un "fútbol militante",
de un fútbol que iría en sincronía con la marcha de los
grupos sociales y los desafíos políticos.
Porque efectivamente, el futbolista es un representante de su comunidad2 .
Como dice el historiador argentino Julio Frydenberg, el fútbol se articula
en torno a "la defensa de lo propio" 3 . Los equipos son
inseparables de su localía.
En el fútbol amateur sí dimos, por supuesto, con esa realidad.
Ahí encontramos equipos llamados Venceremos, 26 de julio, Managua,
Manuel Rodríguez, etc. O torneos de fútbol laboral bautizados "República Socialista de Checoslovaquia".
En el fútbol profesional en cambio, los ejemplos son más esquivos.
Sin embargo tenemos uno que vale por varios: Carlos Caszely. El joven centrodelantero
de Colo Colo y la Selección chilena (tenía 22 años en
1973) fue una figura excepcional, en un medio como el chileno donde los futbolistas
rehuyen toda palabra extra-futbolística.
Simpatizante del Partido Comunista, este hijo de ferroviario se comprometió
de lleno con el gobierno de Salvador Allende, participó en trabajos
voluntarios, en la planificación de políticas deportivas populares,
etc. Se apasionaba al hablar del gobierno popular.
Caszely desordenó un medio dominado por el silencio del futbolista
(y por dirigentes de derecha). Desde las tribunas algunos le gritaban "comunista
desgraciado". Una periodista le preguntó al borde de la cancha
que como era eso de ser comunista y católico a la vez. En la calle,
él se bajaba de su Fiat 125 para "polemizar" con quienes
le decían cosas.
Su visión del fútbol es esencialmente social. Veinte años
después diría que fue gracias al fútbol que se había
formado una conciencia social: "lo que me hizo ver las realidades
fue el fútbol, porque me permitió viajar, conoce... comer un
día como rey, y al otro día en una casa de madera con piso de
tierra" 4 .
Sin embargo, más allá de las figuras individuales, el fútbol
militante parecía verse superado por el "fútbol-recreo",
aquel que se piensa como una isla en medio de la realidad social.
Efectivamente, los futbolistas chilenos asociados no mostraron gran interés
por la idea de participación. El Sindicato de Futbolistas tuvo una
vida lánguida en el período: "la última asamblea
a que se convocó no pudo celebrarse por falta de quórum. El
local arrendado para el funcionamiento de la entidad está a punto de
ser pedido por falta de pago. Mario Moreno [el presidente] dejó planteada
su renuncia, supeditando su tramitación a la reacción de los
jugadores, pero dejando constancia que "así no se puede seguir""
5 . Casi dos años después, el panorama no había variado
mucho: "el Sifup va de mal en peor (...) ya nadie paga las cuotas
y hay cualquier cantidad de problemas que solucionar" 6 .
Caszely admitiría a mediados de 1973, no sin frustración, la
falta de sintonía de los futbolistas con los procesos sociales mayores.
La frase es brutalmente sencilla: "los cambios no han sido muy notorios"7
. En una época de grandes cambios, el fútbol se contenta con
pequeños cambios, que además no tienen efecto ni visibilidad.
Si bien los futbolistas obtuvieron en estos años beneficios de previsión
social, aguinaldos y derecho a voto en las elecciones de la ACF, el fútbol
profesional seguiría bajo un régimen laboral bastante salvaje,
sin libertad de trabajo, con sueldos atrasados e insuficientes, multas, no
pago de reajustes, etc. (En una actividad tan desregulada como el fútbol,
el empresario chileno muestra su verdadera cara).
La cara ahistórica del fútbol puede expresarse de manera curiosa.
El trabajo en el cual se basa este artículo comienza así:
"A fines de mayo de 1973, Colo Colo fue recibido por Salvador Allende,
luego de haber empatado con Independiente en Buenos Aires, en el primer partido
final de la Copa Libertadores de América. El equipo, encabezado por
el técnico Luis Alamos y el capitán Francisco "Chamaco"
Valdés, fue felicitado por el Presidente a nombre del Gobierno chileno.
Cinco meses después, en octubre de 1973, la Selección chilena
fue recibida por Augusto Pinochet, luego de haber empatado con Unión
Soviética en Moscú, en el primer partido definitorio por un
cupo en el Mundial de Alemania 1974. El equipo, encabezado por el técnico
Luis Alamos y el capitán Francisco "Chamaco" Valdés,
fue felicitado por el Presidente de la Junta a nombre del Gobierno chileno".
Este fragmento llama la atención, más que nada, sobre la permanencia
de ciertas prácticas, a pesar de la Historia. Pareciera que para el
futbolista chileno el tiempo, la Historia, no es una categoría. (Y
tampoco el contexto espacial, como dice Dante Pesce en el epígrafe
de este artículo).
Sin embargo, la lucha entre el fútbol-Historia y el fútbol-recreo
no tiene resultado definitivo. Ya lo dijo Sun Tzu, refiriéndose a la
guerra: "La victoria (...) no se repite sino que adopta cada vez
aspectos sin fin. (…) La victoria de una fuerza militar está
determinada por el enemigo. Esta es la razón por la que una fuerza
militar no tiene una constante formación" ("El arte de la
guerra").
Así, el fragmento que habla de Allende y Pinochet saludando a las mismas
personas podría ser utilizada con toda seguridad como argumento de
la ahistoricidad del fútbol. Los conservadores y/o simplones dirán
que aquella confirma algo en lo cual vienen insistiendo hace rato: hay aspectos
de la vida social que escapan o están más allá de la
política contingente. El fútbol sería uno de esos aspectos,
una isla, un recreo en un 1973 caliente y confrontado. Pero, contraataque
del fútbol-Historia, yo les digo que en las dos grandes coyunturas
deportivas de ese año, el resultado final, el objetivo de toda historia
y epopeya mundial (la victoria), se decidió no en la cancha, sino en
mesas políticas. Colo Colo no ganó la Copa Libertadores porque
los arbitrajes estaban "cortados" con anticipación,
y la Selección de Chile sí clasificó al Mundial de 1974
porque la Federación de Fútbol de la Unión Soviética
se negó a jugar en un estadio "salpicado con la sangre de
los patriotas chilenos".
(Para Carlos Caszely, la Historia también existió y de manera
brutal. Luego del Golpe, en 1975, su madre sería detenida y torturada.
El futbolista y su familia vivieron bajo amenazas prácticamente hasta
1989).
* * *
Pese a su monolítica pasividad (o justamente por eso), los futbolistas
chilenos son veletas al viento de las luchas políticas. Sobre todo
cuando se trata de contextos internacionales. Los equipos de fútbol
exitosos siempre van a ser representantes del gobierno de turno de un país.
Como en noviembre de 1972, cuando la hinchada argentina en la cancha de Vélez
Sarsfield gritaba a la Selección chilena de rojo "olé
olé, olé olé, los comunistas no la ven" (Argentina
ganó 2-0). Menos de dos años después, se les gritaba
fascistas, en el Mundial de Alemania Occidental.
El futbolista profesional chileno es un fenómeno exasperantemente complejo.
Como el fútbol, se niega a ser reducido en tres o cuatro palabras,
sin embargo hay que comenzar de alguna manera. Nosotros lo hemos intentado
con cuatro epítetos. Multidireccionales, fuertes, como los que se escuchan
en una tribuna futbolera. Proletas, limpios, cobardes y burgueses.
Limpios, porque como le decía Salvador Allende a los jugadores de Colo
Colo, "no siempre se gana, interesa también que el desempeño
sea de correctos deportistas"8 .
Cobardes, "de actitudes blandas", como los calificaba el
técnico de Lota Schwager, Dante Pesce: cobardes frente al contrato,
al patrón, al dinero9 .
Burgueses, porque, como decía Caszely, los viajes, los hoteles, las
portadas en los diarios van pesando en la mentalidad del futbolista10 (Caszely
se quejaba de que no hubiera más "jugadores de tendencia izquierdista").
Pero esencialmente proletarios, porque los aviones y los hoteles de cinco
estrellas, son para un puñado de jugadores. Y porque el ocaso miserable
del futbolista es mucho más común que la jubilación serena.
Febrero de 2004
Notas
1.
De hecho, el mismo Lepe nunca habló de eso
2. La representatividad del futbolista se exacerba cuando se trata de selecciones
y torneos internacionales. En diciembre de 1973 el presidente de la Asociación
Central de Fútbol, Francisco Fluxá, explicaba así porqué
a los seleccionados se les pagaba en dólares: "cuando se destaca
a gente en el exterior a nivel de Gobierno, se les paga en dólares.
Es así como los seleccionados, cuando actúan en el extranjero,
reciben sus viáticos, premios establecidos o reparto de utilidades
en dólares". (Revista Estadio n° 1.582, 4 diciembre 1973).
3. Julio Frydenberg, "Los nombres de los clubes de fútbol. Buenos
Aires 1880-1930". En: Lecturas: Educación Física y Deportes,
año 1, n° 2. Buenos Aires, septiembre 1996.
4. "Así lo viví yo. Chile 1973". Entrevistas realizadas
por Patricia Verdugo. Cuadernos Universitarios, Universidad Nacional Andrés
Bello. Santiago, 1994.
5. Estadio n° 1.475, 4 noviembre 1971.
6. Diario Clarín, 4 septiembre 1973
7. Revista La Quinta Rueda n° 7, julio 1973
8. Diario El Siglo, 4 abril 1973. La frase es una metáfora brutal del
Golpe del 11 de septiembre de 1973. Allende jugó limpio, pero ganaron
los sucios.
9. La Quinta Rueda, enero-febrero 1973.
10. La Quinta Rueda n° 7, julio 1973