Primera
Sección
Índice de
Contenidos
1- Las contradicciones del fútbol
brasileño. (Dr. Jocimar Daolio).
2- Fútbol y modernidad
en Brasil: La geografía histórica de una novedad. (Gilmar M.
de Jesús).
1-
Las contradicciones del fútbol brasileño.
Prof. Dr. Jocimar
Daolio (Brasil)
Facultad de Educación Física - Universidade Estadual de Campinas
Otra vez nos encontramos frente a una Copa del
Mundo de Fútbol y el país se prepara para este evento de una
forma más intensa de lo que haría ante cualquier competición
de otra modalidad deportiva. En ese momento, podemos afirmar la importancia
que el fútbol tiene en el país, ocupando el lugar de deporte
número 1, la pasión nacional. Es el llamado deporte bretón
que más sacude a las masas, movilizando la energía enfervorizante
de cada uno de los brasileños. En época de la Copa del Mundo,
el fútbol es lo que termina actualizando y renovando el espíritu
de nación, a pesar de que es algo poco practicado últimamente
por el sufrido pueblo brasileño.
Ahí surge la pregunta que intriga a todos los estudiosos y simpatizantes
de este deporte: cómo fue posible que una modalidad deportiva surgida
en Inglaterra, traída a Brasil en 1885, se haya vuelto ya desde los
primeros años del siglo XX una práctica extremadamente popular?.
Esa popularización es todavía más impresionante cuando
recordamos que la divulgación de eventos deportivos era muy limitada,
ya que la televisión, que hoy es la gran responsable de la transmisión
de los espectáculos deportivos, en aquel momento no existía.
De hecho, el fútbol es el principal deporte nacional, su estilo de
juego es una referencia mundial y los principales jugadores brasileños
son ídolos en todas los rincones del planeta, siendo solicitados por
equipos de distintos países. Ronaldinho quizás sea el principal
atleta del mundo en la actualidad. De la misma forma como lo fueron, retrospectivamente
Romario, Zico y Pelé.
Como todos sabemos, el fútbol llegó a Brasil por medio de jóvenes
de clase alta y los primeros equipos aparecieron en los clubes cuyos socios
representaban la élite de la sociedad de la época. Mientras
tanto, ya en los primeros años de este siglo, comenzaron a surgir equipos
de fútbol no pertenecientes a colegios, fábricas o clubes sociales
de élite, tales como Ponte Petra, en 1900, o Corinthians, en 1910,
además de otros. Era el inicio de la conquista del fútbol por
parte de la población brasileña, no sólo los representantes
de la clase alta. En 1923, en Río de Janeiro, el Vasco da Gama logró
el campeonato estatal con un equipo integrado por negros y mulatos -pobres-,
hecho que incomodó a los dirigentes e hinchas que todavía intentaban
sostener el fútbol como un deporte blanco y de élite. Era la
victoria de la técnica de los jugadores populares sobre la imposición
elitista todavía ligada a la tradición británica. En
1933, fue adoptado el profesionalismo, con gran resistencia por parte de aquellos
que todavía pretendían un cierto purismo en el fútbol
brasileño.
El fútbol brasileño alcanzaba en esa época un estruendoso
suceso nacional, escapando al control de los dirigentes de clubes o directores
de escuelas extranjeras o dueños de fábricas, para ser practicado
en las playas, potreros, en fin, por todo el país. Ya se veía
gran cantidad de público asistiendo a los partidos de fútbol.
La tercera Copa del Mundo de Fútbol, realizada en Francia, consagró
el estilo de juego brasileño, llevando al país a la tercera
ubicación en la competencia, y destacándose jugadores negros
como Domingos da Guia y Leonidas da Silva, estrellas principales de ese equipo.
Se pueden dar diversas explicaciones a esa popularización del fútbol
brasileño. Una de ellas es el alto porcentaje negro en la población
nacional y la facilidad de esta raza en una modalidad deportiva que tiene
en los pies su principal instrumento de acción. De esta manera, sería
propio de los negros una disponibilidad corporal que los llevaría a
practicar actividades físicas rítmicas en forma más coordinada.
Siguiendo esa línea de pensamiento, se explica también la práctica
de la capoeira, de la samba y de otras danzas originarias del continente africano.
Los defensores de esa teoría defienden las ventajas atléticas
de los negros en competencias deportivas, siendo ejemplo de ésto varios
jugadores negros, destacándose en especial, Pelé.
El problema de esa teoría es que se limita a explicar la popularización
del fútbol en Brasil a partir del componente biológico de la
población negra, como si existiera un gen para el fútbol. La
relación entre la población negra y la práctica del fútbol
existe, pero obviamente se debe, no a la dimensión congénita,
sino al mayor porcentaje de negros y mulatos en los sectores populares. Fue
éso lo que se comprobó con el Vasco da Gama, que tuvo que admitir
jugadores negros para conquistar el campeonato de Río de Janeiro de
1923. Es ilustrativo aquí el recuerdo que, por esa época, algunos
negros tenían que ser blanqueados con polvo de arroz a fin de parecer
no tan negros y, de esta manera, ser aceptados por los socios blancos de los
clubes.
Otra posible explicación para la popularización del fútbol
brasileño sería la facilidad para la práctica de ese
deporte, tanto en cuanto a reglas, como en cuanto a espacio y equipamiento.
De hecho, las reglas del fútbol son de fácil comprensión
en relación a las de los otros deportes. Su práctica se puede
llevar a cabo en cualquier lugar -campo, playa, terreno baldío, calle-
y la pelota, el único material obligatorio, puede ser reemplazada por
una pelota hecha con una media, plástico, lata, chapita, etc. Con vestimenta
completa o no, con pelota de cuero o no, en un terreno demarcado o no, todos
juegan al fútbol.
Entretanto, esa facilidad para la práctica del fútbol, que puede
ser considerada facilitadora para la población, no parece ser absoluta
para que podamos comprender la enorme popularidad de este deporte en el país,
toda vez que otras modalidades deportivas habrían llegado al país
para la misma época que el fútbol, exigiendo también
pocos implementos y reglas de fácil comprensión. De todas maneras,
no parece satisfactorio explicar el fútbol por lo que lo diferencia
de otras modalidades.
Ni la explicación biológica (las ventajas de la raza negra),
ni la explicación funcionalista (la facilidad para la práctica
del fútbol) alcanzan para dar una explicación. Sin que incursionemos
en el mérito de ambas teorías, parece haber existido una combinación
entre el código del fútbol y el contexto cultural brasileño.
En otras palabras, el fútbol demandaría un estilo de juego,
una exigencia técnica y una eficiencia, que se adecuaron a las características
culturales del pueblo brasileño. Así, el nuevo deporte que provenía
de Inglaterra no ofrecía simplemente momentos lúdicos de diversión
a sus practicantes, sino que permitía principalmente la vivencia de
una serie de situaciones y emociones típicas del hombre brasileño.
Eso explicaría el alto poder simbólico que el fútbol
fue adquiriendo a lo largo de este siglo, pasando a representar al ser brasileño,
de la misma manera que lo hacen otros fenómenos nacionales, como por
ejemplo, el carnaval.
Basta que observemos hasta qué punto el fútbol está presente
en nuestras vidas. Cuántas músicas reflejaron al fútbol;
cuántas películas, piezas de teatro y novelas tuvieron al fútbol
como personaje principal o como escenario para sus argumentos; cuántas
horas diarias la prensa televisiva y radiofónica se ocupan del fútbol;
cuánto espacio diario del periódico se dedica a este deporte,
en detrimento de la cobertura de otros; cuántas emisoras de radio transmiten
el mismo partido la tardes de domingo. La final del campeonato brasileño
de fútbol de 1997 entre Vasco da Gama y Palmeiras llevó al Maracaná
más de 100.000 simpatizantes, además de muchos otros que siguieron
el juego por televisión, en vivo o en las transmisiones posteriores.
Regularmente muchos hinchas acompañan a su equipo, llegando a viajar
para apoya a sus jugadores.
Un dato de la dimensión de los números del fútbol brasileño
es la reiterada afirmación de que un estadio con 10.000 espectadores
se vería vacío. Sin embargo, en qué otro deporte un conjunto
de simpatizantes como éste sería considerado pequeño?.
Esa afirmación parece ir de la mano de la dimensión de los estadios
de fútbol esparcidos por Brasil, muchos de ellos, de tan inmensos que
son, jamás agotan su capacidad.
Es interesante considerar como nuestro lenguaje cotidiano está impregnado
de términos futbolísticos, tales como "parar la pelota",
"hacer la media cancha", "dar un puntapié", "hacer
una zancadilla", "hacer un gol olímpico" y muchos
más. Estas expresiones son utilizadas por todos, inclusive por aquellos
que no son hinchas fanáticos. El hecho es que esas expresiones fueron
incorporadas por la sociedad brasileña, teniendo un preciso significado
en la vida cotidiana de todas las personas.
Otro ejemplo de la popularidad del fútbol es la fidelidad de los hinchas
hacia sus equipos. Aunque no esté pasando por una buena racha o que
el equipo descienda a segunda división, el hincha nunca se cambia de
equipo. Sufre con él, justificando cuando ésto ocurre, volviéndose
todavía más fanático. En Brasil, esa fidelidad viene
desde el día del nacimiento, cuando el niño recibe un nombre,
una religión y un equipo de fútbol del cual va a ser simpatizante
por el resto de su vida. Fidelidad que está expresada en la habitación
de la maternidad, cuando los padres cuelgan un par de botines y un uniforme
en miniatura, representando al equipo de fútbol de la familia. A lo
largo de la infancia, hay un continuo proceso de inculcación de valores
y hábitos positivos sobre el equipo de la familia y negativos en relación
a equipos adversarios. De esta manera se aprende en nuestro país a
hinchar por un determinado equipo de fútbol, a diferencia de los equipos
de voleibol o basquetbol que, representando a empresas, cambian de nombre
cada temporada.
Para explicar el papel que el fútbol juega en Brasil, estamos sosteniendo
que existió una combinación entre las exigencias técnicas
del fútbol y las características socio-culturales del pueblo
brasileño. El fútbol sería, al mismo tiempo, un modelo
de la sociedad brasileña y un ejemplo en donde ella se representa.
En otras palabras, el fútbol se constituiría, por un lado, en
una imagen de la sociedad brasileña y, por otro, en un ejemplo que
le permitiría expresarse. El hombre brasileño se conduce en
la vida como en un partido de fútbol, con chances de ganar o perder
-y algunas veces empatar-, teniéndose que confrontar con adversarios,
teniendo que respetar ciertas reglas, manteniendo el respeto por una autoridad
constituida, jugando dentro de un tiempo y un espacio, marcando y sufriendo
goles, haciendo jugadas de categoría y cometiendo errores fatales.
Luego de una derrota, existiría siempre la chance de recuperarse en
el próximo partido.
Es en ese sentido que Roberto DaMata -un estudioso del fútbol como
fenómeno cultural brasileño- afirma que cada sociedad tiene
el fútbol que merece, pues deposita en él una serie de cuestiones
y demandas que le son relevantes. De esta manera, el fútbol brasileño
no es simplemente una modalidad deportiva con reglas propias, técnicas
determinadas y tácticas específicas; no es simplemente la manifestación
lúdica del hombre brasileño; ni tampoco es el opio del pueblo,
como prefieren considerarlo algunos. Más que todo éso, el fútbol
es una forma que encontró la sociedad brasileña para expresarse.
Es una manera que tienen los brasileños de expresar sus características
emocionales profundas, tales como pasión, odio, felicidad, tristeza,
placer, dolor, fidelidad, resignación, coraje, debilidad y muchas otras.
Pero no es en el fútbol que el viril hincha llega hasta las lágrimas,
tanto de alegría como de tristeza?. ¿No es en el fútbol
que la gente aprende que después de una serie de derrotas llegará
una redentora victoria?. ¿No es en el fútbol que se aprende
que no se puede festejar antes que el juez anuncie el final del juego?. ¿No
es en el fútbol que se aprende que no se debe subestimar al adversario?..
¿No es en el fútbol que muchas veces todas las emociones se
mezclan caóticamente llevando a enfrentamientos físicos entre
hinchas contrarios?.
Con todas las contradicciones posibles, el fútbol brasileño
es una forma de ciudadanía. En este sentido no es ni bueno ni malo,
verdadero o equivocado, expresión generosa del pueblo brasileño
o su opio. Constituye una forma de expresión de la identidad nacional.
Es, por lo tanto, dinámico, al reflejar a la propia sociedad brasileña.
Las manifestaciones dentro de un estadio de fútbol, ya sea de la hinchada,
ya sea de los jugadores, o de los dirigentes y periodistas, no pueden ser
analizadas desvinculadas de todas las demás cuestiones nacionales.
En este sentido, la violencias de los hinchas, muchas veces exacerbada, no
puede ser explicada en forma simplista como manifestación de algunos
marginales, como quieren algunos periodistas deportivos. Ella se constituye
en expresión de la violencia de la sociedad brasileña muchas
veces reprimida en diversas ocasiones. En ese sentido la cuestión más
pertinente parece ser: qué es lo que sucede con la sociedad brasileña
últimamente que genera tantas expresiones de violencia en los estadios
de fútbol?.
Partiendo del marco teórico que entiende al fútbol como expresión
de la sociedad brasileña, es posible comprender las contradicciones
presentes en este deporte. Contradicciones que en un análisis apresurado
y descontextualizado reflejarían la pobreza o la falencia del fútbol
brasileño, llevando a posturas extremas de que se debe terminar con
el fútbol o reemplazarlo por modalidades consideradas más civilizadas.
De hecho, algunas personas se refieren al fútbol como un deporte arcaico,
primitivo, oponiéndolo a modalidades más modernas. Ahora, el
fútbol brasileño, como cualquier otro fenómeno nacional
es y siempre será aquello que la sociedad haga de él, aquéllo
que los actores involucrados -simpatizantes, dirigentes, prensa, etc.- vayan
constantemente actualizando en él y con él. El fútbol
no es diferente de la sociedad brasileña, sino que está junto
a ella, expresándola y actualizándola, tal vez mostrando algunos
aspectos que nosotros tenemos dificultad de enfrentar y preferiríamos
ocultar.
Brasil es el único país que participó en todas las Copas
del Mundo y el único tetra-campeón. Su fútbol es respetado
y temido por otras selecciones. Somos el principal exportador de jugadores
del mundo, jugadores que han ganado reconocimiento en varios países.
Tenemos los más grandes estadios del mundo. Entretanto, esas grandiosas
cifras contrastan con campeonatos internos extremadamente desorganizados,
con equipos que llegan a jugar hasta tres veces en la misma semana. El salario
promedio de los jugadores brasileños es bajo, contrastando las enorme
sumas que perciben los jugadores de los equipos grandes con los salarios ridículos
de la gran mayoría de los profesionales diseminados por todo el país.
La gran mayoría de los equipos brasileños está endeudada,
retrasando permanentemente el pago a los jugadores. Muchos equipos no consiguen
mantener a su plantel de profesionales durante un año, cesando todos
los jugadores y el técnico al final del campeonato. Muchos políticos
utilizan el fútbol para conseguir votos, invirtiendo en algunos equipos
en períodos electorales y dejándolos desmantelados luego de
las elecciones.
La evasión de impuestos se vuelve práctica común en casi
todos los estadios, provocando burlas y abucheos cada vez que se anuncia en
los partidos la cantidad de público que abonó su entrada, que
siempre es menor que los que nuestros ojos pueden ver. No son extraños
los casos de sobornos a árbitros, jueces de línea y hasta jugadores
para "fabricar" resultados.
La selección brasileña es el blanco de importantes emprendimientos,
en el intento de conquistar el inédito título de pentacampeón
de fútbol. Los métodos científicos de entrenamiento físico,
técnico y táctico, de apoyo psicológico a los atletas,
de cuidados médicos y odontológicos, de atención nutricional
a los atletas, son contradictorios con un director técnico extremadamente
supersticioso, que se considera predestinado al éxito y se burla de
las contribuciones científicas al deporte. Lo más interesante
es que el componente supersticioso en el fútbol está reforzado
por la propia prensa y es practicado constantemente por los jugadores e hinchas.
En ese sentido un director técnico como Zagalo combina más con
la hinchada brasileña que Parreira, técnico campeón del
mundo en 1994 y partidario de los métodos científicos en el
entrenamiento. Además, es importante recordar que Claudio Coutinho,
director técnico de la selección brasileña en la Copa
del Mundo de 1978, en Argentina, fue incomprendido por intentar dar cientificidad
al fútbol brasileño, integrando la técnica de nuestros
atletas con los aportes de la fisiología y de investigaciones en el
área del deporte.
Tal vez la principal característica del fútbol brasileño
sea la rica combinación entre el juego colectivo y el individualismo
de nuestros atletas. El fútbol, como deporte colectivo, exige una táctica
grupal para que un equipo obtenga ventaja sobre otro. Para éso es necesario
que un equipo mantenga la posesión de la pelota y la haga circular,
intentando engañar al adversario, ubicándose ventajosamente
para conseguir llegar al objetivo. Pero éso no garantiza que el equipo
convierta goles y gane el partido. De hecho, en muchos partidos se produce
un claro dominio por parte de uno de los dos equipos sin que ésto resulte
una ventaja en término de puntos. Puede también acontecer que
un equipo que disponga menos tiempo la pelota triunfe en el partido. Esto
es porque, además de una dinámica táctica de equipo,
es necesario el individualismo de los jugadores para vencer a la defensa adversaria.
Ahora, si los dos equipos juegan rígidamente dentro de patrones tácticos
exhaustivamente entrenados, los partidos finalizan siempre empatados. Por
lo tanto, es necesario que uno o más jugadores, en algún momento
del partido, se liberen del esquema táctico de equipo y realicen alguna
jugada individual. Esa osadía puede resultar en fracaso y hasta en
derrota, pero también puede tener éxito y resultar una jugada
de gran belleza plástica y hasta en gol y victoria para el propio equipo.
¿Será que la característica principal del fútbol
brasileño no se debe a la feliz combinación entre táctica
colectiva y táctica individual?. O, dicho de otra manera, no hay relación
entre el individuo y el grupo, sino atrevimiento individual para liberarse
de las imposiciones del juego colectivo?. Es obvio que éso puede llevar
al modelo del "jugador morfón", aquél que sólo
piensa en sí mismo y no se preocupa por el éxito del equipo.
Sería una distorsión, una exacerbación de la necesidad
de conciliación entre el juego individual y colectivo. Si éso
fuera cierto, podríamos suponer que esa característica del fútbol
brasileño, contrastando virtuosismo técnico individual con la
anarquía táctica colectiva, se debe a la propia forma del brasileño
de manejarse en el mundo, transgrediendo y logrando ventaja de la expresión
individual sobre el plano colectivo. Podemos aquí recordar el aspecto
pícaro típicamente brasileño. Como una gambeta en el
fútbol, el pícaro es aquel que tiene que buscar la forma de
conseguir dinero, para lograr alguna ventaja, para sobrevivir a pesar de las
adversidades, para conseguir, al fin, marcar goles. Es obvio que él
precisa del grupo, pero él no anula su expresión individual
frente al colectivo. Si éso puede no ser siempre beneficioso, tanto
en el fútbol como en la vida en la sociedad, termina dando la idiosincracia
del propio estilo de juego brasileño: osado, individualista, poco afecto
a las tácticas colectivas y, muchas veces, fascinante, toda vez que
genera jugadas y jugadores interesantes.
Ya que estamos hablando de aparentes contradicciones en el fútbol brasileño,
no podemos dejar de hablar de los ídolos que el fútbol genera.
Un deporte con esta popularidad, que ocupa un enorme espacio en los medios
de comunicación de masas, crea continuamente nuevos héroes,
que serán endiosados por las personas, envidiados, imitados por los
niños y servirán como modelo de conducta. Pelé fue y
todavía es un ídolo producido por el fútbol, como lo
fueron también Zico, Roberto Dinamita, Rivelino, Sócrates, Toninho
Cerezo... y, hoy, Ronaldinho. Pero también son ídolos creados
por el fútbol Edmundo y Romario, jugadores que, a pesar de su indudable
capacidad técnica, son personas polémicas, que se implican en
peleas, dentro y fuera del campo, discusiones con periodistas, escándalos
y actitudes, en su gran mayoría polémicas. Edmundo es conocido
como "animal", apodo que se debe no tanto a su categoría
como jugador, sino por sus actitudes intempestivas. Es interesante recordar
que la carrera de Edmundo, que siempre estuvo marcada por conductas polémicas,
no impidió su transferencia a otros equipos. Por el contrario, siempre
fue aclamado e idolatrado por los hinchas, hecho que sugiere una identificación
con el crack.
Hay una contradicción apenas aparente en el hecho de que el fútbol
brasileño genera ídolos como Ronaldinho, por un lado, y Edmundo,
por el otro. Representan las dos caras de la misma moneda de los deseos humanos:
ser al mismo tiempo, tranquilo y rebelde, dócil y feroz, bueno y malo,
humano y animal. Eso es posible en el fútbol, que, como fenómeno
cultural brasileño, es construido y actualizado justamente para servir
de soporte a esas demandas de la población brasileña. Es en
este sentido que decimos que el fútbol es la expresión de la
sociedad y que cada sociedad tiene al fútbol como un espejo de sí
misma.
Otro tema del fútbol digno de análisis es su dificultad para
aceptar cambios en las reglas, generando también lo que llamamos una
falsa contradicción. Porque, al mismo tiempo que algunas transformaciones
son necesarias para mejorar el desarrollo del juego, ellas no se realizan
de hecho, existiendo resistencias de la hinchada, de los dirigentes, de los
jugadores, de técnicos y periodistas.
¿Alguien recuerda el basquetbol sin la anotación de los tres
puntos?. ¿O el voleibol y el tenis sin el "tie break"?. Estas
fueron nuevas reglas que hicieron que la dinámica del juego de esos
deportes fuese cambiada para mejor. En relación a ésto, el viejo
deporte bretón continúa básicamente con las mismas reglas
de cuando fue creado hace más de cien años. Durante la realización
del torneo Río-Sao Paulo de 1997 se experimentó con limitar
el número de faltas de cada equipo, reglamentándose, a partir
de ésto, con la pena de un tiro libre sin barrera. Ya hubo propuestas
de aumentar el valor del gol, de utilizar dos árbitros, de modificar
para más o para menos la duración del tiempo de juego, además
de otras ideas.
Si aceptamos, una vez más, que el fútbol es el depositario de
características culturales de la sociedad brasileña, todavía
inconscientemente, podemos proponer que un cambio en las reglas reconociendo
la modernidad en el fútbol, haría que perdiera el carácter
incierto, casual, irreverente, improbable. ¿No será que justamente
eso lo que la sociedad desea e imagina en el fútbol?.
Un equipo técnicamente inferior, con un poco de suerte y una buena
defensa, puede ganarle a un equipo superior, hecho que difícilmente
suceda en el voleibol, por ejemplo, donde un equipo mejor preparado impone
su superioridad técnica. Un jugador sin virtuosismo consigue superar
su carencia técnica por medio del esfuerzo físico y escogiendo
una posición correcta para jugar. En el fútbol, las reglas permiten
a los jugadores la posesión de la pelota por un tiempo indeterminado,
favoreciendo la habilidad del jugador y permitiendo que sea irrespetuoso con
el equipo adversario, desmoralizándolo. La hinchada conoce de estas
cosas y comienza a gritar "ole". Esa característica
de posesión de la pelota permite a la vez, a diferencia de otros deportes,
la "especulación". O sea, el llamado anti-juego
en otras modalidades, en el fútbol es incorporado por las reglas, mientras
acontezca con la pelota en juego.
El papel del árbitro de fútbol también presenta características
interesantes. A diferencia de otras modalidades, que incluyen dos o más
árbitros y mesa de control con responsabilidades en la administración
del tiempo de juego y de las faltas, en el fútbol el árbitro
es el dueño y señor del juego, con plenos poderes para marcar
faltas, prohibiciones, dando o no descuento en el tiempo de juego, decidir
rápidamente si hubo ventaja en una acción por parte de un jugador
que sufrió una infracción, pudiendo desatender las señas
de sus auxiliares. Ese poder absoluto del árbitro de fútbol
contrasta con la dificultad que él tiene para marcar todo correctamente
y, frecuentemente, comete errores. Errores que perturbar a los jugadores y
a la hinchada, provocan altercados, expulsiones y agresiones, a la vez que,
al mismo tiempo, vuelven al árbitro humano y falible. A la postre,
él podrá también equivocarse favoreciendo a nuestro equipo,
y en ese momento será perdonado por los errores anteriores.
El debate que hemos planteado a lo largo de este texto intenta comprender
al fútbol como impregnado en la sociedad y la cultura brasileñas,
expresando características y deseos de identidad nacional, más
que implícitamente. Las tradicionales reglas del fútbol, que
los brasileños y la FIFA -además, dirigida hace más de
veinte años por un brasileño- se resisten a modificar parecen
reflejar la idiosincracia brasileña de jugar y vivir, permitiendo la
osadía, la irrespetuosidad, la picardía, el carácter
incierto de las acciones, la superstición, la imprevisibilidad, la
voluntad y la ambigüedad.
Es en ese sentido que hablamos de las contradicciones del fútbol brasileño,
apenas aparentes si intentamos comprender la lógica cultural de este
importante fenómeno nacional. No es Brasil el país de los contrastes
y las ambigüedades?. Un país que, en el decir de Roberto DaMata,
mezcló todas las razas y erigió a la mulata a la condición
de modelo nacional de belleza. Un país cuyo pueblo consigue conciliar
creativamente la superstición con la religiosidad y la ciencia. Un
país que, entre el no y el si, entre el puedo y no puedo, descubrió
el estilo brasileño como forma de vida. Un país que encontró
en el fútbol su mejor interpretación, haciendo de él
una de sus más genuinas expresiones.
Referencias
bibliográficas
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al. (1982) Universo do futebol: esporte e sociedade brasileira. Rio de Janeiro:
Pinakotheke.
· DAMATTA, R. (1997) O que faz o brasil, Brasil?. 8ed. Rio de Janeiro:
Rocco, 1997.
· DAOLIO, J. (1997) Cultura: educação física e
futebol. Campinas: Editora da UNICAMP.
· DOSSIER FUTEBOL (col.). (1994) Revista USP. São Paulo: Coordenadoria
de Comunicação Social, n.22, junho-agosto.
FILHO, M. (1964) O negro no futebol brasileiro. 2ª ed. Rio de Janeiro:
Civilização
2-
Fútbol y modernidad en Brasil: La geografía histórica
de una novedad. (Gilmar M. de Jesús).
Gilmar Mascarenhas
de Jesús (Brasil)
Profesor Asistente del Departamento de Geografía
de la Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ)
Introducción
El ascenso de la figura del sportman en la segunda mitad del siglo pasado
está vinculada a un contexto más amplio, en el cual uno de los
aspectos centrales es la configuración de un ambiente urbano inédito
en la historia de las ciudades. Un nuevo modo de vida se va introduciendo
abrupta y festivamente en las principales capitales europeas, y Marshall Berman
(1986:18) lo definió como marcado en la exacerbación de los
placeres mundanos, atmósfera de agitación y turbulencia, desorientación
psíquica y embriaguez, expansión de las posibilidades de experiencia
y destrucción de barreras morales.
La industrialización y la revolución en los transportes (desarrollado
particularmente por la expansión de los rieles del ferrocarril) impulsaron
en gran medida el crecimiento de las ciudades. Pero el principal efecto de
estos vectores tal vez no sea tanto la tan mentada explosión urbana,
reflejada en gráficos dramáticos (para algunos apocalípticos)
de curvas exponenciales de crecimiento. Una importante transformación
se dio en el plano cualitativo, en la profunda alteración de los modos
de existencia en el ámbito de la vida social urbana. En este ámbito
propenso en demasía a nuevas experiencias es que los ejercicios corporales
en general y los deportes en particular tuvieron su impulso definitivo, imprimiendo
a la vida cotidiana ingredientes y marcas indelebles. Tal escenario es definido
por muchos autores como modernidad urbana.
No nos vamos a extender sobre un debate amplio y ya tan bien delineado (por
caminos diversos) por autores como ELIAS (1985), DUNNING & SHEARD (1979),
BARTH (1980), HABSBAWN (1984), entre otros. Lo que nos interesa en este momento
es reflexionar sobre la repercusión en los países periféricos
de este movimiento oriundo del centro del capitalismo mundial. En Brasil,
la fuerte vinculación con el capitalismo industrial y mercantil inglés
hizo viable entre nosotros la introducción de substanciales alteraciones
conductuales (FREYRE, 1948, GRAHAM, 1973; MANCHESTER, 1973). Entre ellas la
adhesión a la formación de clubes para la práctica deportiva,
tomada como una de las más importantes contribuciones británicas
civilizadoras.
Es evidente que los ingleses introdujeron el fútbol en Brasil a través
de las zonas portuarias y de sus empresas aquí instaladas en diversos
ramos (comercio, construcción de vías de ferrocarril u otras
infraestructuras, industria, etc.). Entre tanto, la presencia inglesa, por
sí sola, no explica la adhesión a nuevas formas de comportamiento
social. Es preciso que haya un ambiente local abierto y propicio para las
transformaciones. El capital inglés se hizo presente en numerosas zonas
del territorio brasileño, sin que esto signifique promover simultáneamente
el mismo cuadro de efectos. El fútbol, en tanto novedad del mundo llamado
civilizado, llegó para la misma época a diversas ciudades brasileñas.
Entre tanto, solamente se incorporó efectivamente al cotidiano urbano
en los lugares que cumplían con determinados requisitos, que conformaban
un ambiente que podemos denominar, a pesar de forzar y simplificar el término,
de modernidad urbana.
El objetivo de este trabajo es evaluar y calificar en la medida de lo posible,
el papel de nuestra base territorial urbana en el proceso de introducción
y difusión de una novedad: el fútbol. La literatura académica
existente, además de ser muy limitada (aunque actualmente en un período
de expansión), olvida completamente el contexto geográfico de
este movimiento. Pretendemos demostrar que la base territorial, con su profunda
diferenciación interna, condicionó el proceso de introducción
y consolidación del fútbol como espectáculo de entretenimiento
urbano.
Comparamos, en este sentido, los momentos iniciales del fútbol en algunas
de las principales ciudades brasileñas de principios de siglo: Río
de Janeiro, Sao Paulo, Salvador, Recife, Porto Alegre, Belo Horizonte y Belén.
Cada ciudad, dotada de una dinámica y ritmo propios, imprimió
al fútbol sus marcas características. El deporte en sí
era el mismo, pero el significado social y la magnitud alcanzada variaron
de lugar en lugar, y no por casualidad.
Algunas dimensiones de la Geografía del Fútbol en Brasil
Para apreciar la importancia y omnipresencia que el fútbol alcanzó
en Brasil basta recorrer breve y panorámicamente el vasto territorio
nacional. En cada aglomeración humana, incluso en las más inhóspitas
regiones, hay dos objetos en el paisaje que caracterizan nuestro universo:
una pequeña iglesia y una canchita de fútbol. Se acostumbra
decir que la iglesia hasta puede faltar (pués habrá siempre
alguna otra en el poblado más próximo), pero la canchita, no.
No hay manera de ignorar la presencia impregnante del fútbol en la
vida cotidiano de nuestro país. Se ve en los inmensos estadios desparramados
por las ciudades de mediana y enorme densidad de población, que se
apasionan solidariamente en las tardes de domingo, en las charlas en la mesa
de café, pasando por la radio portátil a los oidos del agricultor
lejano, y derramándose espaciosamente por las páginas e imágenes
de la gran prensa, Brasil respira fútbol. El calendario futbolístico
delimita los tiempos y los horizontes de la vidad cotidiana. Y de esta manera
la metrópoli se hace efectivamente presente y repercute en cada ondulación
discreta del inmenso territorio: ella es el escenario de los grandes clubes
e ídolos nacionales (JESUS, 1996).
Obviamente, el poder del fútbol brasileño en cuanto hecho social,
es una construcción histórica. La construcción de este
enorme escenario es fruto de dos procesos articulados de formación
de una nación (y toda su carga simbólica) y de estructuración
de un territorio en rápido proceso de urbanización. Inicialmente
funcionando apenas como una costumbre importada por los ingleses, práctica
restringida a pocos jóvenes de la élite republicana, el fútbol
se popularizó rápidamente. Su difusión espacial expresiva
permitió que se volviese una poderosa institución nacional (CALDAS,
1990; WITTER & MEIHY, 1979).
A pesar de tan evidente expresión espacial de esta realidad, no existe
en Brasil esbozo alguno de una geografía del fútbol. Las pocas
referencias existentes no pasan de breves comentarios, aunque muy valiosos,
como en SEABRA (1987). Tal omisión adquiere contornos inquietantes
cuando se toma en cuenta, por un lado, la pujanza del fútbol en el
país, y por otro, la existencia de varias referencias producidas por
geógrafos en el exterior (BALE, 1982, 1989, 1993; ROONEY, 1974; AUGUSTIN,
1995 y GASPAR, 1982).
Los vacíos no se limitan al ámbito de la geografía. Mayoritariamente,
la historiografía del fútbol brasileño se restringe a
escala local. Incluso los autores que proponen operar a nivel nacional (MAZZONI,
1950; y RODRIGUEZ FILHO, 1994, para citar apenas los clásicos), se
terminan restringiendo al tradicional eje Río-Sao Paulo. La historia
del fútbol en el resto de las ciudades (a excepción de Porto
Alegre) permanece poco documentada y sobre todo poco conocida. También
Janet Lever (1983), que indudablemente se refiere a un área geográficamente
más extensa, deja enormes huecos.
Para destacar la necesidad de fundar un abordaje geográfico, conviene
recordar que la difusión del fútbol en Brasil, como cualquier
otro movimiento en el interior de una determinada sociedad, no se realiza
independientemente de la base territorial. El espacio geográfico no
es apenas el escenario pasivo de desarrollo de los hechos históricos.
Por el contrario, juega un papel crucial en el devenir de las estructuras
sociales. Es, como dice Milton SANTOS (1996: 257), al mismo tiempo, una condición
para la acción, una estructura de control, un límite a la acción,
una invitación a la acción. Producto de esta premisa es nuestra
intención de examinar la configuración territorial de la red
urbana brasileña en el proceso de introducción del fútbol
en nuestra vida cotidiana.
La introducción y difusión del fútbol en Brasil
Al final del siglo XIX, cuando son creados los primeros clubes de fútbol
en Brasil, nuestro sistema de ciudades era bastante reducido y desintegrado
en el mapa interno. La incipiente industrialización no tenía
mucho tiempo y fuerza para conformar un densa base territorial urbana. El
modelo agro-exportador dirigía la economía nacional, resultado
de lo cual se daba una formación espacial estructurada en forma de
islas productivas, orientadas hacia el exterior (SINGER, 1974; GEIGER, 1963).
Nuestras principales ciudades no estaban articuladas entre sí. Más
que éso, eran el hilo mercantil entre un territorio interior agro-pastoril-minero-monocultivado
y el mercado internacional.
Y en este orden espacial en forma de archipiélago es que Brasil va
a vivenciar la introducción del fútbol, que nace entre nosotros
completamente regionalizado (AUDINHO & KLEIN, 1996: 25). La inexistencia
de una efectiva metrópoli nacional, que dirija las acciones sobre el
vasto (y poco poblado) territorio, permitirá una experiencia peculiar
en cuanto al advenimiento del fútbol. Esto no se llevará a cabo
a partir de una polo principal de difusión, sino a través de
diversas incursiones independientes y territorialmente desconectadas entre
sí. La jerarquía urbana, por consiguiente, no inspiraba la moda
del descubrimiento, que podía corresponder a ciudades menos importantes,
mismo antes de ser conocida en la capital federal.
Mientras tanto, si examinamos la introducción del fútbol como
un proceso y no como un conjunto de hechos aislados, podremos notar la supremacía
de las ciudades más grandes o las más modernas. En éstas,
la consolidación de esta novedad se hizo de forma más efectiva
y anticipada, por contener tales ciudades los elementos necesarios para la
incorporación plena de la modernidad.
No existe certeza absoluta en cuanto a eventos del tipo primera pelota, primer
partido, primer equipo, y sobre todo considerando que los hechos efímeros
y aislados no construyen procesos sociales de mayor relevancia, circunscribimos
nuestra investigación a clubes y ligas que permanecieron en el tiempo.
Intentamos así estudiar en cada ciudad lo que llamamos la fase gestacional
del fútbol: período que transcurre entre la fundación
(donde apenas había integrantes nacionales) de la primera asociación
permanente y la posterior constitución de una liga local de carácter
perenne, capaz de organizar y mantener regularmente los campeonatos anuales,
congregando clubes de una misma ciudad o región.
La opción por delimitar esta fase gestacional se explica por la simple
existencia de una asociación deportiva, conformada por actas, comisión
directiva, sede propia, y con el expreso objetivo de practicar football, aunque
no siempre es una garantía de continuidad local de esta asociación.
Muchas iniciativas aisladas no van a trascender por falta de un ambiente local
propicio, dejarán de existir, sin dejar registros. Es el caso del fútbol
en Rondonia (otrora Guaporé): el Ypiranga E. C. fue creado en 1919,
pero recién a partir de 1944 en el entonces recién creado territorio
tendrá una federación con campeonatos anuales (PINHEIRO, 1982:
15). Evidentemente, el mero acto jurídico de creación de una
asociación no significa la inmediata constitución de una vida
social urbana en la cual el fúbol exista como un hecho cotidiano.
El resultado de nuestra investigación fue el siguiente cuadro, que
demarca en el período de 1898 a 1915 la fase gestacional de cada una
de las ciudades estudiadas.
Se puede observar que cada ciudad presenta un ritmo y un momento particular
de incorporación del fútbol en su vida cotidiana. En el afán
de contextualizar cada uno de estos procesos gestacionales, intentamos marcar
un breve cuadro comparativo general de las ciudades estudiadas. Los principales
elementos tomados en cuenta fueron: cantidad de habitantes, velocidad de crecimiento
(demográfico y económico), nivel de industrialización,
nivel de vínculo con el exterior, presencia de capitales ingleses,
disponibilidad de los medios de transporte intraurbano y de áreas libres
para recreación, además de elementos palpables como el potencial
de consumo de servicios de la naciente industria de entretenimiento y receptividad
de las novedades.
Algunas ciudades completan en pocos años el período gestacional,
como Río de Janeiro, Sao Paulo y Salvador. Las dos primeras presentan
condiciones muy ventajosas para las innovaciones civilizadoras. La capital
federal (Río de Janeiro) se impone en la red urbana nacional por su
presencia demográfica-industrial, contando con setecientos mil habitantes
en 1900, y el mayor parque fabril del País. Disponía también
de una importante clase pudiente y muchos establecimientos de enseñanza
donde la práctica del fúbol entre adolescentes de la misma clase
social generaba clubes como el Botafogo F. C. (1904), el mismo año
en que ya el extenso mundo fabril carioca creaba el Bangu A. C. Hay mercado
de consumo suficiente para sostener varios deportes como espectáculo:
los deportes náuticos, el turf, y otras modalidades bastante desarrolladas
en la sociedad (MELO, 1997; NEEDELL, 1993) no precisaron ser abandonadas para
que el fútbol conquistase rápidamente un público razonable,
o un gran número de practicantes (ARAUJO, 1995).
El Fluminense Football Club es fundado en 1902, siendo el primer club carioca
específicamente creado para la práctica del fútbol. Se
trata de una asociación deportiva altamente clasista, compuesta y financiada
por miembros de poderosas familias, entre las cuales se destaca especialmente
la familia Guinle, no sólo por las obras materiales esenciales en el
club, sino sobre todo por la fortuna que le valía la condición
de uno de los dos apellidos más ilustres de la belle époque
carioca (MATTOS, 1997: 47).
Ya en 1904 el Fluminense F. C. comienza, con gran éxito, a cobrar entrada
en los animados encuentros con el Paulistano (COELHO NETO, 1952: 41). Tal
éxito, como vimos ciertamente animó la iniciativa para la creación
de otros clubes a partir de ese año, hasta que en 1906 se organizó
el primer campeonato carioca de fútbol, desde entonces jamás
interrumpido en su realización anual, superando crisis profundas como
la que ocurrió en 1907, cuando Botafogo y Fluminense terminaron empatados
y no hubo acuerdo en cuanto a cual era el vencedor del certamen.
Sao Paulo, con su pujanza y velocidad
urbanizadora, se agitaba al ritmo de la fricción alucinante de las
diferentes etnias. Un crecimiento urbano impresionante casi cuadruplicó
la población paulistana en la última década del siglo
XIX. El fúbol germina en un ambiente de vacío emocional e inestabilidad
psicológica (SEVCENKO, 1992 y 1994), y adquiere sorprendente precocidad:
los ingleses allí practican el fúbol desde 1894, el C. A. Paulistano
existe desde 19002 , y en 1910 el popular fútbol de potrero ya era
un gran fenómeno en la ciudad (MAZZONI, 1950). Además, todo
parece indicar que la ciudad de Sao Paulo promueve la popularización
de la práctica futbolística antes y en grado más acentuado
que cualquier otra ciudad brasileña. Ya en las últimas décadas
del siglo XIX era muy intensa la vida deportiva paulistana, con énfasis
en el ciclismo (REIS FILHO, 1994). También la ciudad es pionera en
esta modalidad deportiva, contando con un velódromo desde 1875, lugar
que será utilizado también por el fúbol, 25 años
más tarde (MAXIMO, 1968: 53). La ciudad devora novedades con una voracidad
única, sedienta de nuevos formatos identitarios. Vale recordar a SANTOS
(1994: 71):
"La historia de cada ciudad se produce a través de un urbano
que ella incorpora o deja de incorporar; ese urbano que en otros lugares puede
tardar en llegar, en Sao Paulo siempre llegó casi inmediatamente".
Con todas estas prerrogativas, la ciudad de Sao Paulo va a ser sede del primer
campeonato de fúbol en Brasil, en el año 1902, reuniendo cinco
clubes, donde prevalecía la presencia de la colonia inglesa (FONTENELLE
& STORTI, 1997, e ROSSI, 1989). Tal característica señala
la intensa presencia de capitales británicos en los diversos frentes
de instalación y expansión de obras de infraestructura en una
ciudad que crece rápidamente y dispone de enormes recursos materiales.
No podemos dejar de mencionar la fuerte presencia de inmigrantes europeos
en la ciudad, un flujo intenso que, en la última década del
siglo XIX, podria estar trayendo vivencias o por lo menos informaciones favorables
para la adhesión al deporte bretón.
En cuanto al caso de Salvador, éste merece un recorrido más
cuidadoso, para develar las razones de la excelente performance futbolística
en una gran ciudad (200 mil habitantes) pero más inserta en pleno contexto
de atraso de la sociedad y de la economía local. El E. C. Vitória
(originalmente dedicado al cricket) adhiere al fúbol en 1901, y en
1903 se funda el primero de los clubes dedicado específicamente al
fúbol (MAIA, 1944). En 1904 se logra reunir cuatro clubes para fundar
una liga y realizar un torneo al año siguiente que consiste nada menos
que en el segundo campeonato local de fúbol en todo Brasil. Sin duda,
la condición portuaria y la fuerte presencia de emprendimientos ingleses
influyeron en este sentido (no por nada, el primer club campeón bahiano,
el Internacional, esta formado íntegramente por ingleses, y el primer
presidente de la Liga Bahiana de Sports Terrestres se llama Frank Gordon May).
Vale recalcar una ligera suerte de industrialización y modernización
que vivió la ciudad justamente en los inicios de este siglo, cuando
se vuelve residencia de ricos estancieros (SINGER, 1974; FERNANDES & GOMES,
1990), como un posible contexto propicio para la adopción del fúbol
por parte de la élite local.
Porto Alegre, por su parte, se muestra relativamente muy propicia, lo que
se puede relacionar con su dinamismo industrial y portuario, por la presencia
significativa de inmigrantes alemanes (SINGER, 1974), inductores de nuevos
hábitos culturales, entre los cuales se encuentran los deportes. El
ciclismo, el remo, las carreras de caballos, y otras variadas modalidades
deportivas eran practicadas intensamente, sobre todo por la colonia alemana.
Es digno de mención el hecho que la ciudad ya disponía de cuatro
hipódromos al final del siglo XIX (MONTEIRO, 1995: 32). El Gremio F.B.P.A.
y el totalmente germánico Fussball (ambos de 1903), monopolizaron el
futbol portoalegrense por seis años, enfrentándose regularmente
cada seis meses (DIENSTMANN, 1987; PIRES, 1967:134). Porto Alegre era entonces
el centro de la próspera zona colonial gaúcha, y en rápido
crecimiento, se acercaba a la cifra de cien mil habitantes. En este contexto
de crecimiento urbano nuevos clubes son creados y en 1910 se disputa el primer
torneo metropolitano contando con siete instituciones.
Belo Horizonte es aquí la ciudad que más tardíamente
acogió la práctica sistemática del fútbol, hecho
que ciertamente está asociado al aspecto incipiente de una ciudad todavía
en plena construcción, con apenas 13 mil habitantes en 1900, pero alcanzando
rápidamente la cifra de 40 mil en 1912 (SINGER, 1974). Algunos clubes
tuvieron una existencia efímera antes de 1908 (fundación del
C. Atlético Mineiro), y hay referencias de un importante desarrollo
deportivo en los considerables espacios libres de la ciudad de antaño
(ZILLER, 1974). Considerando su limitada expansión demográfica,
no podemos considerar que el fúbol local haya tenido poco auge.
Belém presenta por su parte una fase gestacional más lenta,
entre las ciudades estudiadas. Varios clubes fueron creados luego del Pará
F.C. (1898), pero ninguno perduró. Existen inclusive referencias en
la prensa local sobre la práctica de matchs (partidos de fúbol)
desde 1896 (LUZ, 1970: 19). Una liga fue creada en 1906, llegando a organizar
e iniciar un campeonato con siete equipos participantes, que tampoco prosperó
(MAXIMO, 1968). Una evaluación inicial sugiere que su condición
privilegiada como puerta de entrada de la Amazonia en plena época del
caucho le permitió el acceso precoz a las novedades europeas. Por otro
lado, el carácter limitado o la ausencia de sus élites urbanas
no evitó que clubes y ligas que fueron creadas en el período
desapareciesen, sin encontrar la forma de subsistir.
La ciudad de Recife no presenta sorpresas: su fuerte conexión con el
exterior suscita la rápida introducción del fúbol, aunque
su consolidación es relativamente lenta, por presentar un panorama
urbano más próximo al de Belém que al de ciudades dinámicas
y mas modernas como Río de Janeiro, Sao Paulo o mismo Porto Alegre.
La decadencia de la exportación del azúcar y la pobreza de su
amplia zona suburbana, configuraron un escenario urbano aletargado (SINGER,
1974). En esta situación, el Sport Club de Recife (de 1905) tendrá
que esperar diez años hasta que las condiciones locales maduren para
que que ciudad pueda consolidar una liga y su campeonato (ALVES, 1978; FERREIRA,
1995).
Breve conclusión
Ante el estado actual de la investigación, y su carácter pionero
en la geografía brasileña, no pretendemos por el momento ir
más allá de unas breves reflexiones sobre la difusión
del fúbol en Brasil y su relación con la estructura territorial.
En principio, se percibe que el fúbol en cuanto información
llega al territorio brasileño casi simultáneamente en diversos
puntos y desconectados entre sí, lo que rescata el viejo debate acerca
de la estructura territorial en archipiélago y sobresale la presencia
profusa de los capitales ingleses, pues estos son los principales agentes
de introducción de ésta y de tantas otras modalidades deportivas
en Brasil. Las metrópolis nacionales, en este sentido, solamente pasan
a ejercer su dominio e influencia en el proceso de difusión espacial
del fúbol en un segundo momento, lo cual preferimos, por prudencia,
no precisar. Discutimos parcialmente la tesis de T. Mazzoni (1968), que sugiere
al paulistano como agente privilegiado de difusión del fúbol
en el territorio nacional, ya en la primera década de nuestro siglo.
Otro aspecto a resaltar es la velocidad diferenciada con la cual diversos
lugares reciben y asimilan una determinada innovación, ya se trate
de ciudades con semejantes inserciones en la jerarquía y red urbana
de entonces. Las ciudades más populosas y/o más modernas, demostraron
mayor capacidad de absorver una nueva información y transformarla en
un sistema de acciones que incorporase a la vida local nuevos objetos geográficos
articulados a nuevas prácticas socioculturales. Por lo tanto, existe
una expansión espacialmente diferenciada del fúbol en Brasil,
también si se comparan ciudades de semejante posición en la
jerarquía urbana nacional y semejante papel en la estructura agro-exportadora
(Belo Horizonte sería la excepción).
Cuando fue fundado en 1872 en la ciudad portuaria de Le Havre, el primer club
de fúbol de Francia, sus practicantes eran llamados por la comunidad
local payasos de circo. El uso de trajes extraños en la vida cotidiana
de entonces, el acto de saltar, correr detrás de una pelota, tropezar
y caer, como niños, provocaba reacciones de sorpresa y diversión
(MERCIER, 1966: 10). La asimilación y aceptación de este nuevo
deporte, como tantos otros en aquel momento, requiere adaptaciones en el plano
de la rígida moral provinciana. En las ciudades donde la modernidad
urbana ya estaba instalada tal aceptación fue mucho más rápida.
Como también era más rápida la asimilación a un
amplio abanico de nuevas técnicas y prácticas socioculturales.
La conexión con el mundo exterior, sobre todo a través de la
vida portuaria, fue fundamental. El caso gaúcho es un ejemplo: la ciudad
de Río Grande tenía el puerto meridional más importante
de entonces, llegando a tener un movimiento comercial cuatro veces mayor que
el de Porto Alegre en 1861, en el auge del Ciclo del Charque (SINGER, 1974).
En 1900, cuando surge el Sport Club de Río Grande (el más antiguo
club de fúbol brasileño todavía en funcionamiento), el
puerto local todavía movía el doble de su vecino portoalegrense.
La capital gaúcha solamente sobrepasará a su rival en el comercio
exterior en 1908, aproximadamente en la misma época en que surge como
referente mayor del fúbol gaúcho. Por lo tanto, existen varias
correlaciones entre la evolución del fúbol y las transformaciones
territoriales. Ciertamente, existen otros indicadores a considerar, como la
evolución de los equipamientos territoriales (estadios) y del público
espectador, para dimensionar mejor el ritmo de consolidación del fúbol
en cada ciudad. Considerando los límites de la ya comentada literatura
existente, este trabajo tiene el mérito de reunir y confrontar elementos
oriundos de realidades diferentes, dentro de un archipiélago Brasil
en la evolución del siglo.
Pretendemos todavía avanzar en muchos otros aspectos, y quedan muchas
más dudas que certezas en este campo. Lo que no dudamos es de la viabilidad
y necesidad de que los geógrafos brasileños deben dar finalmente
su contribución esencial a la peculiar comprensión de una realidad
fascinante.
Notas:
1 . Investigación
desarrollada en el ámbito del doctorado en Geografía Humana
en la Universidad de Sao Paulo, bajo la orientación de la Prof. Dra.
Odette Carvalho de Lima Seabra.
2 . Además consta
que en 1898, el Mackenzie College estaba formado mayoritariamente por brasileños,
rompiendo la tradición de la exclusividad de practicantes de origen
británico en Sao Paulo (ALLISON, 1978: 219).
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